En marzo, de la noche a la mañana, Bigbox se quedó sin inventario de experiencias para vender. Todas estaban cerradas por la cuarentena en los distintos países donde opera (Perú, Argentina, Uruguay, Chile y México). Para eso, en menos de dos semanas Bigbox sumó 500 experiencias digitales para disfrutar en casa —como cursos online, espectáculos y comida gourmet— a las 3.000 que ya tenía. “Es como toda crisis, siempre hay oportunidades”, asegura el CEO de la compañía, Gastón Parisier.
Esa estrategia les ha alcanzado para recuperar el 65% de la venta anual. “Fue un enorme desafío poder adecuarnos a esta situación”, reconoce el ejecutivo. A nivel regional, Bigbox suele vender medio millón de experiencias por año. El 2020 tendrá, sin embargo, una caída de 25%. “La caída pudo haber sido del 80%, pero gracias a la velocidad en la creación de las experiencias digitales no fue así”, agrega.
En el 2019 Bigbox vendió casi US$ 11 millones en la región y esperaba cerrar el 2020 con US$ 15 millones. Sin embargo, ahora la proyección es terminar este año con una facturación entre US$ 7 millones y US$ 8 millones. “Vamos a tener un decrecimiento entre el 20% y 25% a comparación del año pasado, pero nosotros lo consideramos un gran logro”, insiste Parisier.
Perú representa aproximadamente el 15% de las ventas de Bigbox. Las experiencias gastronómicas son las que tienen mayor demanda, incluso ahora, pues hay muchas opciones de delivery. También ha empezado a levantar la demanda por viajes domésticos cortos.
Sin embargo, el mayor potencial de crecimiento para Bigbox este año está en el sector corporativo, ya que las compañías buscan ahora destinar el dinero de fiestas de fin de año en regalos para fidelizar y cuidar a sus empleados. “Han surgido muchas oportunidades corporativas que no nos imaginábamos”, dice Parisier. En Perú, las ventas corporativas de Bigbox representan casi el 60%.