Grandes fabricantes de automóviles, como Toyota y Volkswagen, hicieron esta semana nuevas advertencias sobre la escasez de semiconductores, que no tiene visos de remitir.
Después de verse obligados a cerrar plantas el año pasado por la pandemia, los fabricantes de automóviles se enfrentan ahora a una dura competencia con la electrónica de consumo para conseguir chips cuando hay trastornos en la cadena de suministro mundial.
Los problemas recientes ocurren a medida que aumentan los casos de COVID-19 en los países asiáticos que albergan fábricas de automóviles y plantas de chips, como Japón, Filipinas, Tailandia, Vietnam y Malasia, lo que ha llevado a imponer restricciones para evitar la propagación del virus.
La empresa japonesa Toyota, gracias a una política de almacenamiento de chips que se remonta a una década, al terremoto del 2011 y al desastre nuclear de Fukushima, había logrado evitar en gran medida los recortes de producción.
Pero el mayor fabricante de automóviles del mundo por volumen de ventas dijo que recortará la producción mundial para setiembre en un 40% respecto de su plan anterior, lo que afectará a 14 plantas en Japón y otros lugares, incluyendo la mayoría de sus fábricas norteamericanas.
Los automóviles dependen cada vez más de los chips para todo, desde la gestión informática de los motores para mejorar el ahorro de combustible hasta las funciones de apoyo al conductor, como el frenado de emergencia.
La alemana Volkswagen también informó que no podía descartar más cambios en la producción.
“Actualmente esperamos que el suministro de chips en el tercer trimestre sea muy volátil y ajustado”, declaró el segundo fabricante de automóviles por volumen, detrás de Toyota.
Ford Motor Co dijo esta semana que cerrará temporalmente su planta de ensamblaje de Kansas City, donde fabrica su camioneta F-150, la más vendida y la más rentable.
La china Geely Automobile Holdings Ltd advirtió de que el reciente deterioro de la oferta de chips y el resurgimiento de los casos de COVID-19 podrían suponer una “amenaza significativa” para sus resultados de ventas en los próximos meses.
Si bien Volkswagen dijo que esperaba que la situación mejorará a finales de año, algunos fabricantes de automóviles han advertido que la crisis de los chips se prolongará hasta el 2022, ya que las anteriores esperanzas de la industria de una rápida resolución se desvanecieron hace tiempo.
Mientras numerosas líneas de producción de automóviles estadounidenses están paradas, al menos en parte, un trío de senadores demócratas pidió al gobierno taiwanés más ayuda para solucionar la escasez de chips, según una carta revisada por Reuters.
Pero incluso cuando se soluciona un bache en la cadena de suministro, aparecen otros, lo que dificulta un flujo constante de chips y deja a los fabricantes de automóviles pendientes de limitar los daños, empujando los componentes disponibles hacia sus modelos más rentables.
“La situación sigue siendo fluida”, señaló la directora ejecutiva de General Motors Co, Mary Barra, el 4 de agosto, señalando el impacto de eventos como el actual pico de COVID-19 en Malasia.