Los agronegocios están recurriendo cada vez más a alternativas naturales y sostenibles a los productos químicos, a medida que los consumidores rechazan los alimentos genéticamente modificados y aumentan las preocupaciones sobre el papel de las grandes agrícolas en el cambio climático.
En el centro de la tendencia se encuentran las innovaciones que aprovechan los microorganismos beneficiosos en el suelo, incluidos los recubrimientos de semillas de bacterias y hongos naturales que pueden hacer el mismo trabajo que los productos químicos tradicionales, desde evitar las plagas hasta ayudar a las plantas a florecer, según un estudio mundial de patentes realizado por la firma de investigación GreyB Services.
“Tanto los empresarios como los inversionistas dicen que estamos entrando en un mundo posquímico”, asegura Rob LeClerc, director ejecutivo de AgFunder, una plataforma en línea de capital de riesgo. “Las empresas de semillas que tienen miles de millones en capitalización de mercado piensan que necesitamos hacer algo, y todos reconocen la oportunidad”.
Gran parte de las dudas sobre los productos químicos agrícolas provienen del reciente destino del glifosato, el herbicida más omnipresente de la historia. Los reguladores de todo el mundo, de Europa a México, están endureciendo las normas sobre el uso de la sustancia química.
Mientras tanto, miles de demandas contra Bayer AG, que podrían generar miles de millones de dólares en multas, están pendientes por definir si su producto que contiene glifosato, Roundup, causa cáncer. Bayer insiste en que es seguro, y algunas agencias gubernamentales, como la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU., dicen que no es probable que cause cáncer en humanos.
El mercado global de fertilizantes y pesticidas es de alrededor de US$ 240,000 millones y crece de 2% a 3% al año, según Ben Belldegrun, socio gerente de Pontifax AgTech, una empresa que invierte en tecnología alimentaria y agrícola. Si bien los llamados productos biológicos, incluidos los biofertilizantes, los bioplaguicidas y los bioestimulantes son solo el 2% de ese mercado, han estado creciendo más cerca de 15% anual durante los últimos cinco años, afirma Belldegrun.
La presión por métodos agrícolas menos intensivos en químicos proviene de minoristas como Walmart Inc., organizaciones no gubernamentales y consumidores, que están gastando más dólares en alimentos orgánicos y de otro tipo con argumentos ambientales o de bienestar animal.
A medida que la población aumenta en todo el mundo, se proyecta que la demanda de productos agrícolas crecerá 15% en la próxima década, sin cambios en la cantidad de tierra disponible para la agricultura, según un informe conjunto entre la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
“Hay una población mundial en crecimiento y ¿cómo vamos a alimentar a todas estas personas?”, pregunta Craig Forney, director asistente de licencias y desarrollo de negocios en la Universidad Estatal de Iowa en Ames, Iowa. “Al mismo tiempo, queremos proteger el medio ambiente. Necesitamos usar mejor la tierra y usar mejor los recursos”.
La respuesta, dice Forney, es “intensificar la producción agrícola para aumentar la productividad de la tierra y hacerlo con un mínimo apoyo químico”.
Las patentes otorgan a los propietarios el derecho exclusivo a una invención y pueden indicar tanto dónde se gasta la financiación de la investigación como dónde las empresas o universidades esperan generar ingresos en el futuro.
Empresas como BASF SE, Bayer y Syngenta AG tienen patentes sobre productos que utilizan microbios naturales para ayudar a los cultivos a prosperar, incluso cuando hay poca disponibilidad de agua, según el análisis de GreyB. Los microbios pueden actuar como catalizadores para estimular el crecimiento. Los fungicidas e insecticidas de base biológica también pueden ayudar a reducir el daño a los cultivos por insectos, babosas y hongos.
“Los productos biológicos aplicados a las semillas pueden ampliar la ventana de protección contra enfermedades y plagas, mientras que algunos también proporcionan modos de acción alternativos que pueden reducir la acumulación de resistencia, ayudar con el manejo de nutrientes y reducir el estrés de la planta”, asegura Chris Judd, gerente de mercadeo estratégico global de BASF para el tratamiento de semillas, inoculantes y productos biológicos.
Evonik Industries AG, Altair Nanotechnologies Inc., Covestro AG y la nueva empresa Indigo AG han estado activas en la obtención de patentes y las publicaciones de investigación en el área del uso de microbios, al igual que universidades como la Universidad Zhejiang de China y la Universidad Agrícola de Nanjing, según GreyB.
Asimismo, se está emitiendo miles de patentes a empresas como BASF, Bayer y Dow Inc. para obtener formas más naturales de controlar las plagas, incluidas las feromonas que impiden la reproducción y los acolchados reflectantes, en lugar de los insecticidas de base química.
Bayer, que compró la gigante química agrícola Monsanto Co. en el 2018, ve un “alto potencial de crecimiento” para los productos biológicos, citando un entorno regulatorio desafiante para los productos químicos y un creciente énfasis en la sostenibilidad en la agricultura. Bayer tiene un equipo de investigación y desarrollo centrado exclusivamente en ellos. La compañía también está buscando asociaciones para impulsar su cartera.
En 2013, BASF adquirió al proveedor de tratamiento de semillas Becker Underwood, que ayudó a la compañía a convertirse en líder en agentes biológicos para combatir bacterias y hongos. Judd afirma que la compañía ve un aumento en la demanda de productos biológicos, pero sostiene que necesitan “ser compatibles con una variedad cada vez mayor de productos químicos y tener la capacidad de sobrevivir en la semilla durante periodos adecuados”.
El aumento de las patentes refleja una tendencia de los investigadores que buscan formas de ayudar a promover la agricultura orgánica y no transgénica, asegura Nicole Kling, abogada de patentes de Nixon Peabody que se especializa en biotecnología.
Con los productos biológicos, “no se está introduciendo productos químicos que causan miedo”, afirma Kling. “No se hace nada que pueda lastimar a los trabajadores agrícolas”.
Los investigadores y las empresas están buscando nuevas soluciones para la agricultura con menos productos químicos porque la agricultura orgánica, la alternativa más popular a la agricultura convencional moderna, a menudo resulta en rendimientos más bajos. Aún así, la demanda de alimentos continúa aumentando. La Universidad del Estado de Iowa y otras de todo el mundo, utilizando fondos del gobierno o en asociación con empresas, se apresuran a hacer frente a esas demandas en competencia.
“La esperanza es que algún día se fusionarán y habrá productos orgánicos y sin OGM tan productivos como los de las grandes agrícolas”, asegura Forney.
Ahí es donde entran en juego cosas como la agricultura de precisión para adaptar la aplicación de nutrientes, la inteligencia artificial para monitorear las condiciones del suelo y el desarrollo de nuevos híbridos de plantas.
Otra técnica emergente que podría aumentar los rendimientos al tiempo que ayuda a los agricultores a usar menos productos químicos es la inteligencia artificial, que se utiliza para analizar qué semillas y cultivos pueden rendir más en función de las condiciones cambiantes del suelo y los patrones climáticos en una granja. La promesa de las computadoras cuánticas permitiría a las empresas utilizar una potencia informática masiva para desarrollar y analizar nuevas semillas y fertilizantes.
Los científicos también están desarrollando nuevas variedades de plantas, con aplicaciones para nuevas variedades de hasta 9% en 2018, según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. China lideró el crecimiento, con más de una cuarta parte de las solicitudes de nuevas variedades.
Gran parte de la investigación en biotecnología de cultivos se centra en EE.UU., China, Alemania, Japón y Corea del Sur, aunque se está adaptando para cumplir con las condiciones locales en África, América Latina y Asia, de acuerdo con la OMPI, una agencia de la ONU.
La demanda de alimentos será mayor en África, India y Medio Oriente.
“Estamos comenzando a ver algunos de los efectos: toda la maravillosa industrialización ha contribuido al cambio climático”, afirma Kling. “Estamos empezando a ver a la gente retroceder en la otra dirección”.