El Perú es uno de los países con mayor exposición a sufrir la ocurrencia de terremotos y tsunamis de gran magnitud, debido a su ubicación geográfica en el Cinturón de Fuego del Pacífico, región altamente sísmica delimitada por los países con acceso al Océano Pacífico.
Si bien el país dispone de normas detalladas y reglamentos de construcción que han ido retroalimentándose con la ocurrencia de eventos sísmicos, el 60% de las edificaciones en el Perú son autoconstruidas y el 70% de las viviendas de Lima fueron construidas de manera informal, proporción que -según estudios de la Cámara Peruana de la Construcción (Capeco)- se profundiza al interior del país y en las zonas periféricas de las ciudades.
En esta línea, un informe de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) define la vulnerabilidad de una edificación como la susceptibilidad de una estructura a ser dañada y a la respuesta que esta tendría frente a un nivel de amenaza o peligro.
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Asimismo, menciona que la normativa del sistema de seguros establece los tipos de estructuras, según la similitud de comportamiento, que deben considerar las aseguradoras para la identificación y reporte de los bienes asegurados, entre los cuales se encuentran las estructuras que recogen pórticos de concreto armado, mampostería y otros materiales tales como adobe, quincha y entramados de madera, además de las grandes estructuras industriales y estructuras especiales.
En ese sentido, el regulador sostiene que el tipo de estructura predominante de los bienes asegurados contra terremotos y tsunamis en el mercado peruano es la mampostería o albañilería (53.12% del total), seguido de las estructuras de concreto armado (45.12%).
Sin embargo, al considerar los valores declarados de las edificaciones -en lugar de la cantidad de ellas- se observa una realidad diferente. Las estructuras de concreto armado ocupan el primer lugar (63.65% del total), seguidas de distintos tipos de mampostería (19.87%) y de las estructuras industriales que representan el 14.66%.
El modelo de estimación de pérdidas por terremoto y tsunami que aplica la SBS ha sido desarrollado considerando la realidad de toda clase de estructuras de edificación existentes en el país y recoge un componente de incertidumbre que toma en consideración el grado de informalidad existente.
Así, las métricas de riesgo obtenidas de este modelo permiten que las empresas de seguros implementen una adecuada gestión y transferencia de estos riesgos catastróficos, de tal manera, que se encuentren en una mejor situación financiera ante la elevada probabilidad de ocurrencia de estos eventos, indica.
La Superintendencia también ha desplegado importantes esfuerzos para contar con una metodología y una herramienta informática que permitan calcular las potenciales pérdidas del sistema de seguros ante este tipo de eventos. De ese modo, la normativa vigente requiere que las empresas de seguros cuenten con un programa de reaseguro de cobertura catastrófica que garantice que la ocurrencia de un evento de esta magnitud no ponga en riesgo su solvencia y la del sistema.
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