Una polipíldora compuesta por tres medicamentos y desarrollada por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y la compañía farmacéutica Ferrer ha conseguido prevenir los eventos cardiovasculares tras un infarto y disminuir la mortalidad un 33%.
La polipídora incluye: aspirina, atorvastatina (una estatina que se usa para disminuir los niveles de colesterol en sangre y prevenir las enfermedades cardiovasculares) y ramipril, un inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina (ECA) que se usa para tratar la presión arterial, la insuficiencia cardíaca y la enfermedad renal diabética.
El medicamento ha sido testado en un estudio aleatorio con 2,499 pacientes de siete países europeos (España, Italia, Alemania, República Checa, Francia, Polonia y Hungría) que habían sufrido un infarto de miocardio.
Los participantes del estudio eran personas (el 31% eran mujeres) con una edad media de 76 años. El 77.9% tenía hipertensión, el 57.4 diabetes y el 51.3 antecedentes de tabaquismo.
Los detalles del estudio (denominado SECURE) se han difundido hoy en el Congreso Europeo de Cardiología (ESC 2022) que se celebra en Barcelona y se han publicado en la revista ‘The New England Journal of Medicine’.
“Los resultados del estudio revelan, por primera vez, que la polipíldora logra reducciones clínicamente relevantes en pacientes que han sufrido un infarto de miocardio”, explica el investigador principal del estudio SECURE y director general del CNIC, Valentín Fuster.
El objetivo del estudio incluyó cuatro eventos cardiovasculares mayores como muerte por causas cardiovasculares, infarto de miocardio no mortal, ictus o revascularización urgente.
Después de seguir a los pacientes una media de tres años, los resultados fueron concluyentes: el riesgo de sufrir uno de esos cuatro eventos se redujo un 24 por ciento en los que recibieron la polipídora frente a los que siguieron tomando el tratamiento por separado de forma habitual.
Los efectos del fármaco combinado fueron especialmente buenos en la incidencia de muerte cardiovascular, que disminuyó un 33%, pasando de 71 pacientes en el grupo de tratamiento habitual a 48 en el de la polipíldora.
Además, los pacientes del grupo de la polipíldora presentaban niveles más altos de adherencia en comparación con los del grupo de atención habitual (confirmando así los resultados del estudio FOCUS, también de la UE).
“La adherencia al tratamiento después de un infarto agudo de miocardio es esencial para una prevención secundaria eficaz”, explica José María Castellano, director científico de la Fundación de Investigación HM Hospitales y primer autor de la publicación.
“La polipíldora, por ser una estrategia muy sencilla que aúna tres de los tratamientos basales en este tipo de pacientes, ha demostrado su valor ya que el aumento de la adherencia implica que los pacientes están siendo mejor tratados y, gracias a ello, tienen un menor riesgo de sufrir eventos cardiovasculares”, añade.
Para Fuster, estos hallazgos sugieren que la polipíldora podría convertirse en una parte integral de las estrategias para prevenir eventos cardiovasculares en pacientes que han sufrido un infarto.
“Al simplificar el tratamiento y mejorar la adherencia, este enfoque tiene el potencial de reducir el riesgo de enfermedad recurrente y muerte cardiovascular a escala mundial”, concluye.