Dotado de US$ 175,000 y una escultura del artista Martín Chirino, el XXI Premio Alfaguara recayó este año en el escritor mexicano Jorge Volpi, por “Una novela criminal”.
Obra que persigue la estela de un “género muy particular” donde encajan novelas como las de Truman Capote (“A sangre fría”) u otras más recientes como las de Javier Cercas (“Anatomía de un instante”) o Emmanuel Carrére (“El Adversario”).
Pues, “utilizan los recursos y los medios de narrar propios de la novela tradicional para contar hechos ciertos donde el margen de la imaginación consiste a veces en llenar esos intersticios que no quedan claros”, argumentó el jurado liderado por Fernando Savater, que estuvo compuesto además por los autores Mathias Enard y Sergio del Molino y la cineasta peruana Claudia Llosa.
En efecto, Volpi se volcó en un caso plagado de laberintos: el que protagonizaron en el 2005 la entonces pareja sentimental Florence Cassez e Israel Vallarta. Un hecho que conmocionó a las sociedades francesas y mexicana por la detención de dos acusados de secuestro de sendas nacionalidades y que derivó en un enfrentamiento diplomático entre los presidentes Nicolás Sarkozy y Felipe Calderón.
Se trata, en palabras de su propio autor, “de una novela sin ficción, un género extraño, un híbrido entre literatura y periodismo que aborda un asunto criminal que conmocionó a dos países”.
No obstante, tal como señala El País, a diferencia de Capote, quien podía confiar en su sistema judicial, el autor mexicano ha asegurado que él, por lo contrario, no podría creer en el suyo.
Un camino que lo condujo en un intento de aclarar mediante interrogantes. “Las conclusiones en esta novela sin ficción las debe sacar el lector”, ha dicho.
Un crack
Escritor, gestor cultural, diplomático. Jorge Volpi fue un creador precoz. Tan solo con dieciséis años participó en el Concurso de Cuento del Centro Universitario de México, al que también acudieron Ignacio Padilla y Eloy Urroz, con quienes años después lideraría la llamada generación del Crack. Un movimiento literario mexicano de fines del siglo XX que supuso una ruptura con el post-boom latinoamericano.
“Quisimos atrapar algo que se sentía en el aire. Después de un momento altísimo, que fue el boom, sentíamos que se había empezado a desgastar una serie de estereotipos literarios que en su momento habían dado gloria a la literatura latinoamericana. (…) De alguna manera, queríamos rescatar ese gran momento con nuestras obras y lecturas”, dijo años atrás Eloy Urroz.
Así, la obra de esta generación, según un análisis de El País, enriqueció la tradición latinoamericana con vectores más cosmopolitas.
Común denominador
Una de las constantes del mundo de Volpi es el diálogo con otras disciplinas, como la historia, la economía, la sicología o la introducción de personajes históricos.
Muestra de ello lo es también “El fin de la locura”, una de sus novelas más ambiciosas, en la que el personaje central presencia algunos de los momentos más relevantes del siglo XX (la revolución cubana o el Gobierno de Salvador Allende) e incluso conoce a grandes figuras del pensamiento francés (tales como Michael Foucault o Sartre).
Título en que el mexicano incluye multiplicidad de voces y registros. Es, pues, “una novela hecha de informes, cartas, entrevistas, anotaciones en diarios, recortes de prensa, demostrando así su habilidad como escritor y las preocupaciones de la novela”, sentencian desde ViceVersa.