Miss América cumple 100 años y una pregunta importante aún está sin responderse: ¿sigue siendo relevante?
La ostentosa competencia, nacida de un concurso de belleza de Atlantic City en 1921, solo un año después de que las mujeres obtuvieran el derecho al voto, mantiene una presencia complicada en la cultura estadounidense, que ha pasado por múltiples olas de feminismo.
La participación y la teleaudiencia han disminuido desde su apogeo en la década de 1960. Cuando la próxima Miss América sea coronada el jueves, el evento solo podrá verse vía streaming en el servicio Peacock de la NBC, no en el horario estelar en TV abierta, como solía.
Los fieles organizadores y entusiastas de Miss América sostienen que el ritual anual llegó para quedarse y seguirá cambiando con los tiempos. Y aunque es posible que no hayan ideado un plan para la paz mundial, muchas participantes dicen que la organización, una gran proveedora de asistencia con becas para mujeres jóvenes, ha cambiado sus vidas y les ha abierto puertas tanto en lo profesional como en lo personal. Otras deberían tener las mismas oportunidades, dicen.
“Creo que la gente tiene una idea equivocada acerca de lo que es Miss América porque no se trata solo de vestirse elegante y ser elegante y apropiada y ser perfecta en el escenario”, dijo Miss América 2004, Ericka Dunlap, quien se graduó de la universidad libre de deudas, fundó una empresa de relaciones públicas y pasó a ser una figura de la televisión.
Los seguidores de Miss América a menudo animan a la contendiente de su estado como lo harían con un equipo deportivo local. Sin embargo, algunos han expresado su decepción por los intentos de la competencia de adaptarse a las costumbres contemporáneas.
“Es una especie de aprieto porque a medida que intenta progresar, no solo pierde su identidad original, sino que se vuelve menos entretenida para las personas a las que les gusta verla”, dijo Margot Mifflin, autora de “Looking for Miss America: A Pageant’s 100–Year Quest to Define Womanhood”.
Los fans, dijo, están divididos sobre la trayectoria de la competencia, que ya no es un “concurso”. Algunos quieren que se trate de “belleza y fitness”, mientras que otros adoptan la iniciativa de centrarse en el liderazgo, el talento y las habilidades de comunicación, dijo.
Mientras tanto, la competencia todavía está envuelta en llamados a una mayor diversidad.
A finales de los años 30, 40 y 50, la “regla número siete” decía que las concursantes debían tener “buena salud y ser de raza blanca”.
En 1968 se realizó el concurso Miss Black América, organizado para rebelarse contra la falta de diversidad, así como una protesta de varios cientos de mujeres organizada por el grupo feminista New York Radical Women, que llamó a Miss América “una imagen que oprime a las mujeres en todas las áreas de las que pretende representarnos”.
No fue hasta 1984 que la primera Miss América negra, Vanessa Williams, fue coronada, y renunció a la corona en medio de escándalo por unas fotos en las que aparecía desnuda, recibiendo una disculpa de la organización apenas en 2015. Al menos 11 mujeres de minorías han ganado el título en total.
La presidenta y directora ejecutiva de Miss América, Shantel Krebs, exsecretaria de Estado de Dakota del Sur que no recibe un salario, sostiene que la organización Miss América está “comprometida con la diversidad, la equidad y la inclusión”.
Dijo que el evento ha estado “en el centro de los problemas sociales” durante los últimos 100 años, y señaló que las ganadoras han asumido causas que incluyen la concienciación sobre el VIH/SIDA y el flagelo del abuso de opioides. Y señala que la modernización de la competencia ha sucedido “muy por detrás de la cultura más amplia en términos del progreso de las mujeres”.
Fue tan solo en 2018 que se eliminó la evaluación de la apariencia física, con la ayuda de la ex Miss América Gretchen Carlson, quien terminó teniendo que renunciar como presidenta de la junta directiva.
Carlson era parte de un equipo de liderazgo femenino que asumió el mando luego de un escándalo por unos correos electrónicos en los que líderes masculinos insultaron a algunas ex Miss América, denigrando su apariencia, inteligencia e incluso su vida sexual. Si bien algunos acogieron con beneplácito los cambios como una forma de hacer que el evento sea más relevante, muchas organizaciones estatales se rebelaron contra el nuevo equipo de liderazgo.
“Digo en el libro que siempre ha estado en diálogo con el feminismo, pero detrás del feminismo”, dijo Mifflin sobre la competencia Miss América. “Así que siempre parece que intenta ponerse al día”.
Dunlap, la séptima Miss América negra, cree que la competencia, a la que no tiene ningún problema en llamar concurso, debe volverse más diversa para seguir siendo relevante. Señaló, por ejemplo, que no ha habido ganadoras de origen hispano.
Dijo que se debe hacer más para ayudar a las mujeres jóvenes de color a involucrarse a nivel local, como ayudarlas a cubrir los altos costos de participación, incluido el desarrollo de sus talentos y la compra de vestidos, y que así puedan tener acceso a las mismas oportunidades para cambiar sus vidas.
Este año, la organización sin fines de lucro, dirigida por un grupo apasionado de voluntarios a nivel nacional, estatal y local, anunció que la principal beca otorgada en la final del 16 de diciembre se duplicará a US$ 100,000. El cambio fue posible gracias a una donación de Miss América 1996, Shawntel Smith Wuerch, y su esposo Ryan Wuerch. Según la organización, se distribuirá un total de US$ 435,500 en becas en la competencia de este año, mientras que más de 5 millones de dólares se otorgan anualmente a través de programas nacionales, estatales y locales.
Dunlap espera que en lugar de buscar a una chica atractiva que pueda generar visitas en sus redes sociales, Miss América se concentre en promover la “longevidad de la organización” en los próximos años. Krebs dice que los organizadores están haciendo precisamente eso, señalando que el número de participantes anuales aumentó de aproximadamente 5,000 a 6,500 tras los cambios de 2018.
“Siento que hay mensajes contradictorios sobre si puedes o no ser bella y atractiva y, al mismo tiempo, ser inteligente. Eso para mí es una tontería”, dijo Dunlap. “Es como si las mujeres solo pudieran hacer una cosa, así que elige un lado. Y eso no es cierto”.
No está claro si la decisión de mover la competencia online dice más sobre el destino de la televisión abierta que sobre Miss América. NBCUniversal Media ha sido optimista sobre su servicio de streaming y Krebs insistió en que el cambio a la plataforma fue una decisión de la organización y no tuvo nada que ver con los índices de audiencia.
En 2019, la final de Miss América en NBC atrajo 3.6 millones de espectadores, un mínimo histórico. En contraste, la competencia de 1954 atrajo a 27 millones de espectadores cuando la oferta de contenido era mucho menor y, por ende, la competencia.
“Si decimos que queremos estar aquí los próximos 100 años, absolutamente tenemos el deseo de transmitir la competencia por streaming porque ahí es donde está nuestro futuro”, dijo Krebs, y señaló que es menos probable que las personas más jóvenes — y para tener en cuenta, las concursantes de Miss América deben estar entre los 17 y los 25 años — tengan acceso a la TV abierta.
Algunos temen que mudarse a internet pueda significar la caída de lo que a menudo se denomina “el primer programa de telerrealidad”, que comenzó a transmitirse en vivo en 1954.
“Hemos sido testigos de la desaparición de un evento histórico que ayudó a dar forma a la vida de los estadounidenses”, proclamó un fan en Facebook. Otro estuvo de acuerdo con Krebs y pronosticó que “¡la audiencia a la que podemos llegar es más grande que nunca ahora!”.
Otro fan, todavía molesto porque el evento ya no está en Atlantic City — se mudó a un casino de Connecticut en 2019 — escribió: “Desafortunadamente, después de 100 años, parece haber seguido su curso”.