Historiadora del Arte
El 15 de setiembre de este año en su casa de Mónaco, falleció el gran artista colombiano, Fernando Botero.
Escribo esta nota con profunda nostalgia porque tuve el privilegio de conocerlo y verlo en muchas ocasiones de mi vida porque fue un amigo cercano de mi padre.
Nacido en Medellín, siempre se sintió orgulloso de ser paisa y en muchas ocasiones dijo sentirse el más colombiano de todos los colombianos. Nunca ocultó su origen humilde y el difícil camino para conquistar el éxito.
Antes de los veinte años ya había expuesto en Medellín y realizado su primera muestra individual en Bogotá.
En 1951 obtuvo el segundo premio en el Salón de Artistas Colombianos, lo que le permitió viajar a Europa a complementar su formación en la Academia de San Fernando de Madrid y en la Academia de San Marcos en Florencia.
Su descubrimiento de Piero della Francesca, lo orientaría a investigar sobre los perspectivistas del Quattrocento italiano, cuyos grandes maestros reinterpretaría en numerosas ocasiones a lo largo de su vida. En un mundo dominado por la abstracción, Botero logró reafirmar su vocación por la representación figurativa, en sus personajes redondos y delicados, a pesar del expresionismo abstracto imperante en los años en los que vivió en Nueva York. Ello le permite desarrollar un lenguaje único y personal al que permaneció fiel a lo largo de toda su trayectoria artística.
La década de los 60 es particularmente exitosa y determinante en su reconocimiento y producción artística, Estuvo marcada por exposiciones en los Estados Unidos y Europa. En los años 70 comienza a incursionar en la escultura, sin perder esa originalidad propia suya de personajes voluminosos dotados de sensualidad.
Su generosidad sin límites hizo que constantemente donara obras suyas a Antioquia y Bogotá. Su colección personal compuesta por más de cien cuadros de sus artistas preferidos se aloja en el museo que en su honor lleva su nombre en Bogotá. Además, dona al Museo Nacional de Bogotá una serie de óleos y dibujos denominados El Dolor de Colombia que son su manera de reflejar la angustia de la violencia que afectó durante tantos años a su país. La vida no le fue fácil, la muerte de su hijo Pedrito a los cuatro años en un accidente automovilístico lo marcó para siempre y se encerró a pintar a Pedrito una y otra vez. Su estrecha relación con sus tres hijos de su primer matrimonio con Gloria Zea han sido siempre un sustento para su trabajo artístico y personal.
Es considerado como el más grande escultor viviente y me atrevería a decir que también como el primer pintor, uno que no perderá vigencia, que trascenderá todos los tiempos y que pasará a la historia como el artista que con un lenguaje tan personal llenó de orgullo a Colombia y a América Latina.
CLAVES:
MUSEO DE ANTIOQUIA: DIRECCIÓN. Cl. 52 #52-43, La Candelaria, Medellín.
PLAZA BOTERO: ubicada delante del museo de antioquia tiene 23 esculturas donadas por el artista para disfrute de la ciudad.
DATO
MUSEO BOTERO BOGOTÁ: Alberga más de cien obras coleccionadas por botero a lo largo de más de tres décadas. Mas de un tercio de la colección son obras que compró especialmente para completar la donación