Juan Manuel Campos, managing director de HP para Perú, Bolivia y Ecuador, dirige a su equipo desde su departamento de Miraflores. “Si bien la comida peruana es espectacular, soy un fanático de la carne”, comenta el argentino acostumbrado a preparar asados y parrillas. Ya no es una actividad que pueda realizar en su casa con jardín y piscina, pero por eso era requisito fundamental que su nuevo hogar en Lima contara con balcón. “Aquí tengo un kamado, una parrilla de origen japonés que permite la técnica del ahumado”, cuenta.
Ya que le gusta la comida, ¿cuáles son los ingredientes de su receta de liderazgo?
Ser directo y franco, decir las cosas como son. Hablo a mi equipo sin ponerme el cassette de discurso aprendido porque recitarlo no suma nada.
Además, me gustan los equipos diversos.
¿Por qué?
Piensan diferente y cuanto más rica en opiniones es la base de la conversación, mejores cosas salen y eso contribuye luego a que haya un mayor compromiso hacia el objetivo trazado.
¿Es difícil ser directo?
No se trata de pelearse con todo el mundo ni ser dueño de la verdad, sino tener el tacto y la empatía necesarios para que el mensaje llegue de forma positiva y constructiva, tanto a nivel personal como profesional.
¿Qué le gustaría que aprenda un equipo argentino del peruano?
Los argentinos pensamos más en el qué dirán. Me gusta que mi equipo peruano se involucre de lleno sin preocuparse si hará el ridículo.
¿Por ejemplo?
A raíz de la pandemia, hicimos actividades de distensión, como clases de gimnasia, cocina o karaoke. Estas dinámicas me cuestan más en Argentina, están esperando al primero que se anime a cantar. Aquí, en cambio, les encanta, se divierten, son genuinos y abiertos.
Tiene ya muchos años en HP...
Mi LinkedIn no refleja la realidad. Dice 16, pero tengo 23. Entré como becario y por suerte hice las cosas bien, supongo. Ingresé a la planilla, tuve oportunidades, gané experiencia en muchas áreas desde finanzas, supply chain, diversas gerencias, country manager y ahora director.
¿Se imaginó escalar tanto?
Nunca. Unos meses antes de entrar a HP, estaba de mochilero en Europa. Tenía 21 años, había renunciado a mi primer trabajo en un banco. Aprendí mucho y me fue bien, pero no me gustaba nada ese mundo.
¿Fue un punto de inflexión en su vida?
Fue para pensar un poco qué es lo que le quería hacer, conocer más el mundo y descubrir mi vocación. Además soy muy fanático de la historia y visitar Europa, por lo que significa en ella, era una asignatura pendiente.
Era el momento indicado...
Si no lo hacía, tal vez no tendría otra vez oportunidad de irme tres meses sin ningún tipo de atadura ni limitación, salvo la monetaria. En ese momento mi billetera estaba vacía (ríe).
¿Qué le enseñó ese viaje?
Me abrió mucho la cabeza, me mostró distintas culturas, formas de pensar. Viajar te muestra que si bien todos somos iguales, tenemos diferencias y lo importante es entenderlas.
Dice que también viajar lo curtió...
Sí, te enseña a manejarte en la vida, ya no bajo el ala de los padres. Recuerdo que me separé del amigo con el que viajé. Acordamos encontrarnos cuatro días después en determinada estación y a cierta hora. En ese tipo de experiencias hay mucha incertidumbre.
¿Por qué lo dice?
Llegas a una ciudad sin saber qué vas a comer o dónde vas a dormir. Me pasó en Viena, cuando a 15 grados bajo cero, a las 11 p.m. tuve que caminar en busca de alojamiento. Ese tipo de cosas te ponen la piel más dura para luego enfrentar la vida.
Y además de la historia, ¿qué otra cosa lo apasiona?
Me gustan mucho los deportes de tabla, aquí ya hace un mes empecé mis clases de surf. Y en el fútbol, sigo al Racing, el club con la mejor hinchada (ríe).
¿Qué opina de Messi y su interés por dejar el Barcelona?
Le vendría bien cambiar de aire. Es sano, te hace fuerte para buscar desafíos.