Gabrielle Chanel, la creadora de la marca francesa que lleva su nombre, es mucho más que una celebridad y tres prendas icónicas.
Esto defiende el Palais Galliera de París que reabrió este jueves tras dos años de restauración con la primera retrospectiva dedicada al trabajo de la estilista.
Más de 350 piezas de las colecciones del museo parisino, pero también de los archivos de Chanel -mecenas de las obras del Galliera junto al ayuntamiento-, el museo Victoria & Albert de Londres, el de moda de Santiago de Chile o el MoMu de Amberes han servido a la realización de esta exposición, que recupera los más de 60 años de vida profesional de “Coco” Chanel (1883-1971).
“Hay hasta 100 biografías sobre Chanel, además de películas y documentales que hablan fundamentalmente de su vida privada. No es que su trabajo no sea conocido pero sí era un conocimiento que caía en clichés”, explica la española Miren Arzalluz, directora del Galliera y comisaria de la exhibición.
Para luchar contra esta mitificación de una Chanel siempre vinculada al escándalo y a las desgracias románticas, las comisarias Arzalluz y Véronique Belloir, bajo la dirección artística del historiador Olivier Saillard, reconstruyen su carrera y las motivaciones de una obra, que sigue influyendo en la moda actual.
“Es una mujer que creaba para ella misma, vestía sus propias creaciones y tenía muy claro lo que quería, incluso hizo de ella su propia marca”, subraya Arzalluz.
La exposición “Gabrielle Chanel. Manifeste de mode”, abierta desde el 1 de octubre hasta el próximo 3 de marzo, recupera en los 1,500 metros cuadrados renovados del museo las piezas emblemáticas de los años 10 del pasado siglo, como la marinera en jersey de seda, los vestidos inspirados de prendas deportivas de los años locos y los de aura sofisticado ya en los años 30.
Ella era su modelo
En las primeras salas, un vestido de muselina de seda negro bordado con perlas, de 1924, evoca su búsqueda de una elegancia sencilla; un modelo floreado -uno de los pocos estampados que se permitía- destaca bajo una chaqueta recta en seda verde, forrada con el mismo decorado que el vestido que acompaña.
Después, las prendas de día empiezan a alternar con vestidos de noche que pronto vestirían heroínas del Hollywood como Marlene Dietrich o la fotógrafa y modelo Lee Miller, con vestidos sencillos de escotes pronunciados en la espalda, hombros al aire y discretos volantes.
Fueron los últimos años de esplendor antes de que, con la Segunda Guerra Mundial, limitara la actividad de su marca a perfumes y maquillaje, una parte que también recupera la muestra con objetos originales, así como joyas y accesorios que permiten conocer todas las facetas de su creación.
“Muchas veces repetimos que fue Paul Poiret quien liberó a la mujer del corsé, eso es matizable. Quien realmente hizo que la elegancia fuera indisociable de la libertad de movimiento, de la naturalidad, fue Chanel”, recalca la comisaria.
Arzalluz ensalza otros méritos, como haber situado a la mujer en el “centro absoluto de su creación”. “Todo en ella es radical y en las antípodas de lo que está ocurriendo a su alrededor en esa misma época”, asegura.
Un traje contra el ‘new look’
La segunda planta de la exhibición, en una galería bautizada permanentemente en honor a la diseñadora, el Palais Galliera se centra en la segunda parte de su carrera, tras su regreso a las pasarelas en 1954, en una suerte de reacción al regreso de la rígida silueta femenina que propuso Christian Dior con el “New Look” en 1947.
La síntesis de su trabajo tomó forma con su famoso “tailleur”, el traje de ‘tweed’ de lana en dos piezas, compuesto por una chaqueta tan fluida que parece una rebeca, y una falda a media pierna. A primera vista daba la impresión de ser tener una estructura rígida, pero las telas y su confección daban una considerable libertad de movimiento.
De esa última etapa datan también el célebre bolso acolchado 2.55 y el zapato destalonado bicolor, cuya piel beige buscaba alargar ópticamente la pierna mientras que su puntera negra garantizaba una mayor resistencia a las manchas y hacer el pie más pequeño a la vista. A día de hoy sigue siendo un éxito de venta y uno de los modelos más imitados por las firmas de bajo coste.
La retrospectiva de Chanel es la primera de una nueva era para el Galliera, que a partir del 2021 comenzará a exponer las 200,000 piezas de su archivo, con prendas, fotografías y dibujos, y la ambición de poner por fin un rostro digno al primer museo de moda de París.