Gustavo Jaramillo, gerente general de Schneider Electric para Perú y Bolivia, tiene 25 años de experiencia en multinacionales. “Siempre estuve relacionado al sector de automatización, minería y energía, los segmentos principales de la economía”, dice a modo de presentación el ecuatoriano. Y agrega que ha trabajado en cuatro países: Ecuador, Ucrania, Chile y ahora aquí.
¿Qué significó la pandemia en su trayectoria?
Digo que esta es la mejor maestría que pude pasar, a pesar de que ya he hecho una. Vine de Chile en enero del 2020, y los primeros meses fueron de adaptación y viajes para relacionarme con los stakeholders de la empresa. Cinco días después de regresar a Lima y estar en mi oficina, en marzo, nos enviaron a cuarentena. No fue fácil, fue bastante retador pero mis años de experiencia permitieron que vaya manejando la situación.
¿Qué retos le impuso?
Manejar un país y un equipo nuevo de forma virtual. Todas las habilidades que creía tenerlas tuve que ponerlas a prueba. Por ejemplo, el liderazgo sin estar presente y confiar en el equipo, así como mantenerlo motivado.
¿De qué se dio cuenta en ese momento?
De la importancia de la comunicación a tiempo y transparente. Hay una frase que dice: la falta de comunicación se llena de imaginación, sobre todo en tiempos de crisis. Nosotros por eso siempre mantenemos al equipo informado de una forma cercana.
¿Alguna anécdota al respecto?
Recuerdo que nosotros pensábamos que esto sería solo una gripe, pero la gente esperaba que pasara y luego se puso nerviosa. Estaba preocupada por si la iban a botar o si cerraría la compañía. Ahí descubro la importancia de estar siempre comunicado. Eso ayudó primero a disminuir la ansiedad.
¿Y qué reduce su ansiedad? ¿Cuáles son sus hobbies?
El nivel de exigencia y estrés que debe manejar un gerente es bastante alto. Cada uno encuentra su válvula de escape. La mía es la familia. Y las vacaciones están siempre programadas con ella para recuperar energías. También me gusta cocinar.
¿Es común hablar en la mesa familiar sobre cosas de la empresa?
Sí, pero no con tanto énfasis. Es un tiempo para conocernos más, sobre todo porque mis hijos están ahora en Chile. Entonces cocinamos de forma virtual. Mi hijo está haciendo un spaguetti marinero en Santiago y yo le doy instrucciones mientras hago un ceviche.
¿Qué sabe sobre los intereses de sus hijos?
A mi hija se le ha dado por hacer, no sé como se llama este deporte, unas acrobacias con un hula-hula . Implica mucha flexibilidad, hace piruetas. También está bastante de moda hacer caminatas, subir cerros para conectarse con la naturaleza. Y el menor me acompaña en algunos de mis hobbies, uno de ellos es el golf. Siempre me gana.
¿Qué admira de sus hijos?
A veces la vida avanza y crees que no puedes aprender del menor, pero es falso. Les veo esa capacidad de adaptarse al cambio. A su corta edad ellos han vivido en cuatro países. Además tienen facilidad para los temas digitales. Y algo que me encanta de ellos es la conciencia ambiental. Mi generación debería practicar eso.
¿Qué prácticas relacionadas al medio ambiente tiene como hábito en su hogar?
Usamos las famosas R: reducir, reciclar... eso es básico para disminuir nuestro consumo. También tratamos de usar iluminación led y la menor cantidad de agua posible. Vengo de unas vacaciones en Santiago, donde está restringido el agua para el riego en la ciudad, y por eso el pasto está amarillo.
¿Qué diría que le falta mejorar?
La inteligencia emocional, pues no es una ciencia, sino un arte que hay que pulir. Desde el colegio todo está diseñado para incrementar tu coeficiente intelectual, pero cuando sales al mundo laboral, o tienes una vida familiar, lo más importante es la inteligencia emocional. Y tal vez una de las habilidades blandas más retadoras para mí es la empatía.