¿Cómo pasó Gian Marco de ser un cantante que tocaba covers todos los viernes en La Estación de Barranco a uno que ahora llena teatros en Estados Unidos? “Un día me dije: No quiero quedarme aquí toda la vida. Quiero saber qué pasa con el negocio de la música afuera”, recuerda el artista. Ahora está por celebrar su concierto por sus 30 años de carrera desde que lanzó su primer disco, mientras produce el número 17.
¿Cuál es la fórmula?
Reinventarme -aunque pocos conozcan toda mi obra-, y un plan de marketing. La vigencia me la ha dado el público. Lo más difícil ha sido no repetirme.
¿Las ventas retribuyen la calidad del trabajo de un artista?
El mejor disco que he hecho muy poca gente lo ha escuchado. Por otra parte, “Se me olvidó” fue el primer disco que salió internacionalmente. Después de eso, la ecuación decía que debía seguir haciendo latin pop. Pero en lugar de eso, lanzo “Resucitar” y gano el Grammy.
¿El reguetón no es una tentación?
Les ha funcionado a otros artistas, pero no soy músico para ser famoso. La fama no implica respeto. Hay hits que no sabes quién los canta. No quisiera que eso me pase.
¿La composición para otros ha sido su mayor éxito comercial?
Conocí ese camino en la industria, pero muy poca gente entiende el negocio del autor. Hay canciones que se hacen hasta entre ocho personas. No lo comparto, pero es una modalidad. Así que no es tan sencillo como decir que vendí una canción.
Pero le abrió muchas puertas...
Sí. Cuando ingresé a México mucha gente me conocía más como autor que como intérprete. Así que aproveché ese factor sorpresa. En los conciertos cantaba algunas que había escrito para otros. Y el 80% de la gente que va un show mío es la primera vez que me ve.
¿Cómo se compite con tantos nuevos artistas que surgen en digital?
Todos los viernes en el mundo se lanzan 65 mil sencillos. La palabra algoritmo es Dios. Así que necesitas un equipo que te ayude a diversificar y a elegir dónde quieres estar. Hay artistas que producen desde su computadora, consiguen una distribuidora digital y luego están angustiados por las escuchas o las vistas.
¿El objetivo no es ser lo más sonado?
Hay artistas globales como Bad Bunny que apenas sacan un disco, tienen 10 canciones en el chart. Herbie Hancock es uno de los mejores jazzistas del mundo, pero no tiene las mismas escuchas. Son coyunturas. Aprendí que los nichos pueden funcionar tan bien como el mainstream. Y que no basta que tu canción sea buena, hay que hacer networking para que estén en las listas.
Internacionalización es una palabra de moda. ¿En qué consiste?
Llegar a la mayor cantidad de países, pero eso lo puedes hacer desde tu computadora. Cuando mis hijos me dicen: “Mi canción está en Spotify”. Les pincho el globo y les digo: “Ya, ¿y?”. Porque el verdadero negocio está en convertirte en un producto viral, ubicarte en un ranking o que los empresarios te quieran colocar en un teatro.
¿Cuál es el mejor consejo de negocios que le puede dar a un músico?
Que estudie. Hay mucha gente que tiene talento, pero se gana dinero solo si sabes del ‘music business’. Los libros de hoy no son ni siquiera los de hace dos años. Puedes tener una buena canción y convertirse en humo si no conoces el negocio.
¿El éxito en los negocios va acompañado de envidia?
La misma gente que te anima con un “dale para adelante”, cuando llegas a la cima te dice “este hijo de su madre”. Nunca nadie está satisfecho con lo que tiene hasta que está en paz con lo que es.
EN CORTO
Lecturas recomendadas. “Cultura Mainstream”, “Making Records”, de Phil Ramone, y “De Ferrari a Los Rolling Stones” son textos que surgiere Gian Marco revisar. “Pero más allá de la teoría, es importante plantearte hasta dónde quieres llegar”, anota el cantautor que tiene 3.4 millones de oyentes mensuales en Spotify.