Detrás del telón. Alberto Ísola reconoce que sus métodos de dirección son socráticos.
Detrás del telón. Alberto Ísola reconoce que sus métodos de dirección son socráticos.

Cuando a los 15 Alberto Ísola cayó en cuenta de que el oficio de escritor era demasiado solitario, le bastó presenciar un ensayo para saber que el teatro era lo suyo. Cerca de 50 años después tiene en su haber más de un centenar de obras.

El turno es de “Estrategia de la luz”, que se estrenó bajo su dirección en Buenos Aires y que desde mañana tendrá cuatro funciones en el Teatro Británico. La coproducción peruano-argentina esboza un encuentro ficticio entre Juana la Loca y la monja Teresa Ávila.

¿Qué insumos debe tener una obra para que se anime a dirigirla?

Al margen de que sea una obra bien escrita, debe haber algo que me enganche. En este caso me interesó el tema de ‘el otro’: cómo te acercas a alguien distinto a ti, el encuentro inicial entre Juana y Teresa es muy violento. Una es agresiva; la otra, soberbia, pero de a pocos encuentran un lenguaje común y es fascinante.

Alguna vez un actor que usted formó dijo “Alberto no da respuestas, solo hace preguntas”.

Sí (sonríe). Lo primero para mí es contar la historia en el espacio y luego ir entrando en el espíritu de los personajes. Yo converso mucho con los actores, les pregunto qué pasaría si sucede esto o lo otro, buscamos similitudes en sus vidas, y se van encontrando las respuestas. Si impongo, anulo esa posibilidad.

Es un método socrático…

Totalmente. Es una exploración, yo no tengo las respuestas. En caso de ‘Estrategia de la luz’, para acercarnos a Juana o Teresa, fuimos con las actrices a hospitales psiquiátricos para ir construyendo.

¿La construcción de sus personajes también involucra hacerse preguntas?

Eso es más privado, ¿no? Yo normalmente no hablo de mi proceso de creación de personaje a menos que el director me pida cosas muy concretas. Pero jamás digo que el personaje es de tal u otra forma, sino por qué hace lo que hace.

¿Cómo le llegan los personajes?

Muchas veces he dicho “quiero hacer este personaje” y he buscado a un director. En televisión hay muchos estereotipos, alguna vez pedí ser chofer de combi, pero me dijeron que no podría porque no parecía chofer de combi, y eso me molestaba.

Que encasilla…

Mucho. El teatro sí me ha permitido hacer personajes distintos. Para el otro año hay una obra con Mateo Chiarella, [cuando definíamos los personajes] me preguntó cuál me gustaría, le dije ‘el más anónimo’. Quiero explorar eso también…

¿Quiere salir de los protagónicos?

Sí, me encanta. Hace unos años, en La Plaza nos alistábamos para “Incendios”, cuando Juan Carlos Fisher me preguntó qué papel me interesaba, yo tenía claro que el de un notario, él sorprendido me dijo “¡pero es un secundario!”. Entonces, le respondí que no, que para mí no funciona así, yo me fijo en el nivel de desafío que plantea.

¿Tiene criterios de elección fijados o es muy azaroso?

Lo primero es que sean personajes interesantes; lo segundo, difíciles. Ese es el criterio: que sea interesante aunque pequeño, pero que cueste.

¿Hay un mercado de teatro?

Ahí lamento ser pesimista o realista. Ahí yo siento hoy se hacen cosas muy buenas en teatro y a veces las salas están semivacías. Por motivos históricos, sociales y económicos el teatro aún no es parte de la vida cotidiana de las personas.

¿Y hay nuevas generaciones de actores? A veces se ven más de los mismos...

Las hay. Te lo digo porque soy profesor. Hay promesas, pero no existe lamentablemente un sistema de audiciones, como en otros países. Por eso siempre que hago un taller hago lo posible para que un director asista. Pero es difícil. Sí siento que no se les da suficiente espacio, además el medio esta sobresaturado porque hay pocas salas.

¿Y se debe únicamente a las audiciones?, ¿o hay otros motivos?

Está el tema de si uno es argollero, esta palabra tan limeña, a mí lo que me pasa normalmente es que prefiero trabajar con gente que conozco, no porque sea argollero si no porque mi trabajo se hace más viable, avanzo más rápido, los tiempos de teatro son cortos. Eso no significa que no me voy a abrir.

Usted tiene muchos años en teatro, ¿sus prioridades han cambiado?

Ahora lo que me entusiasma es que alguien me proponga lo que nunca hubiera imaginado. Estoy en una etapa en que lo que más me interesa, además del desafío, es la sorpresa.

EN CORTO

Proyectos. El actor y director de teatro adelanta que en octubre estará a cargo del estreno de “La Celestina”, que será protagonizada por Monserrat “Monchi” Brugué. En tanto para el año 2020 ya alista cuatro nuevas puestas en escena: en Centro Cultural PUCP, Teatro Británico, Aranwa Teatro y Teatro de Lucía.