Bruno Marcos ya tiene 24 años, pero como todo hijo adulto, sabe que no hay edad para dejar de recibir el llamado de atención de los padres cuando, en una reunión familiar, te ven recostado en mala postura. “Párate derecho”, le dicen entredientes, cuenta entre risas el joven estudiante de ingeniería ambiental.
Sin embargo, lejos de molestarse, Bruno agradece que, en parte, esa educación lo haya llevado a ser, no ‘chancón’ - aclara- pero sí aplicado y a ganarse el título de Presidente de la Junta Directiva Nacional de Amautas.
Dicha asociación de la que es líder este año, reúne más de 900 alumnos voluntarios de más de 40 universidades interesados en difundir en 18 regiones los beneficios de la minería moderna.
La tarea no es sencilla. Se trata de ir colegio por colegio, convencer a directores para permitir dar charlas y luego, lo más complicado quizás, atrapar la atención de escolares de tercer, cuarto y quinto año en charlas de 30 a 45 minutos.
La timidez de Bruno no era el mejor aliado para lograrlo, al principio, pero su vocación de servicio pudo más. Con brochure en mano y acompañado de dos voluntarias de la UNMSM y uno de la Universidad del Callao, ingresó a un colegio de San Miguel.
“Todos no tienen vocación de servicio, hay que inculcarla y contagiarla. En eso consiste transmitir la identidad amautina”.
“Nos recibieron bien”, recuerda. Sin embargo, no siempre es así, sobre todo en otras regiones fuera de Lima. “Algunos tienen un mal concepto de lo que significa la minería”, menciona.
En lugar de desanimarse, de hecho, eso lo motiva. “Quiero subsanar los daños y conflictos para luego construir un sector innovador”, explica Bruno mientras sueña despierto.
DE TÍMIDO A HABLADOR
Desde que está en Amautas, Bruno ha evolucionado junto al grupo. Las lecturas literarias, admite, dejaron de pasar tanto por sus manos, para dedicarle tiempo a aquellas mucho más técnicas y enfocadas en su carrera.
De La Odisea, La Ilíada, o juegos como War Craft, que solía disfrutar al inicio de su carrera, quedan los mundos imaginarios que conoció. “Soy muy curioso, me gustan las historias de aventuras y descubrir nuevos universos”, resume Bruno.
Pero así como su curiosidad se volcaba antes en esos intereses, en la universidad lo llevó a involucrarse en distintos grupos. Apoyar a San Marcos en la realización de un congreso y construir un centro de estudiantes son algunas de esas actividades que consumían su tiempo.
“Me gusta conocer otros mundos a través de las lecturas, los documentales y los videojuegos”.
“Así fue que agarré cierta “cancha” para integrar a mis compañeros, gestionar grupos, perder el miedo y entrenar voluntarios”, cuenta.
Bruno ya no solo tenían amigos de su facultad, sino que conocía futuros ingenieros de minas, geólogos y hasta sociólogos. “Al principio fue como salir de mi zona de confort”, sostiene, pero de un momento a otro fue soltándose hasta poder llamarse a sí mismo “demasiado hablador”.
Ahora incluso le preguntan si todos son así de entusiastas en la organización.
EFECTO MULTIPLICADOR
La gestión de Bruno culminará en algún momento, pero él no piensa retirarse de Amautas mientras pueda contribuir con el equipo.
Por ahora tiene como planes perfeccionar el inglés para ejercer su carrera y buscar obtener una beca para estudiar en el extranjero.
Con su ejemplo quiere inspirar a otros, ser un referente de liderazgo y causar un efecto multiplicador. En resumen: “propagar el interés y amor que tengo por lo que hago”, concluye el joven.