Por Chris Bryant
La gran mayoría de estadounidenses tiene aire acondicionado, pero en Alemania casi nadie. Al menos todavía no.
Cuando las temperaturas en Berlín subieron hasta unos incómodos 37 grados centígrados esta semana -un récord para el mes de junio-, estuve encantado de ir a la oficina de Bloomberg donde la temperatura es deliciosamente fresca.
Al permitir que las personas se concentren en su trabajo y puedan dormir con tranquilidad, el aire acondicionado ha desempeñado un papel importante en la prosperidad y felicidad de las últimas décadas -y esta revolución apenas ha empezado. Cerca de la mitad de los hogares de China cuentan con esta moderna herramienta, pero de los 1,600 millones de personas que viven en India e Indonesia, solo 88 millones tienen acceso a aire acondicionado en casa, resaltó Bloomberg New Energy Finance (BNEF) en un informe reciente.
Para muchos, ya casi se divisa un alivio. Debido a la combinación entre el crecimiento de la población, el aumento de los salarios, la reducción de los precios de los equipos y la urbanización, el número de unidades de aire acondicionado instaladas a nivel mundial pasará de 1,600 millones hoy en día a 5,600 millones para mediados de siglo, según la Agencia Internacional de la Energía.
Son noticias prometedoras para los fabricantes estadounidenses de sistemas de enfriamiento como Carrier (United Technologies Corp), Ingersoll-Rand Plc y Johnson Controls International Plc. Dado que gran parte de este crecimiento tendrá lugar en Asia, las empresas chinas como Gree Electric Appliances, Qingdao Haier, Midea Group y Japan’s Daikin Industries Ltd. deberían ser grandes beneficiarios.
Solo hay un enorme problema: ¿qué consecuencia tendrá esta gigante demanda de electricidad sobre el clima?
Las emisiones de dióxido de carbono subieron otro 2% en 2018, el ritmo más acelerado en siete años. Este aumento era alarmante por sí solo, a la luz de todo lo que sabemos sobre la emergencia del cambio climático. Sin embargo, la causa directa era preocupante: el clima extremo generó más demanda de aire acondicionado y calefacción en 2018, explicó BP Plc en su revisión anual del sector energético.
No es difícil imaginar un círculo vicioso en el que un clima más caliente implica una mayor demanda de aire acondicionado y por ende una mayor necesidad de energía. A su vez, esto significa más emisiones y temperaturas aún más altas.
Este círculo existe a nivel local también. Las unidades de aire acondicionado botan calor hacia el exterior, lo que exacerba el efecto de calor urbano y hace que las ciudades sean más calientes que el campo.
BNEF pronostica que la demanda de electricidad de aire acondicionado residencial y comercial aumentará en más de 140% para 2050 -un aumento comparable a agregar la totalidad del consumo energético de la Unión Europea. El aire acondicionado representará 12,7% de la demanda de electricidad para mediados de siglo, en comparación con casi 9% actualmente, considera BNEF.
Afortunadamente, gran parte de la demanda extra se suplirá con energía solar (la necesidad de enfriamiento es mayor durante el día). No obstante, dado que las temperaturas no siempre vuelven a nivles cómodos cuando cae el sol, existe el peligro de que parte de la electricidad adicional será suministrada por energía fósil.
Los edificios siempre han sido un punto ciego en las discusiones sobre cambio climático aunque su consumo represente una quinta parte de la energía global. La ineficiencia de los sistemas de aire acondicionado o el pésimo diseño de casas y oficinas sencillamente no es un tema tan atractivo como los vehículos eléctricos o hacer que la gente se sienta mal por viajar en avión.
Al menos el movimiento "passivhaus" (casa pasiva) de Alemania, una manera de construir casas que requiere muy poca calefacción o aire acondicionado, muestra que la gente ha empezado a reconocer este peligro.
También podemos aprender algunas lecciones del mundo de la iluminación. La revolución LED fue impulsada por la innovación pero también por un mejor etiquetado sobre el consumo energético del producto y porque se fue descontinuando la tecnología obsoleta. Algo similar debe suceder con el aire acondicionado. Se dio un gran paso en enero cuando entró en vigor la enmienda Kigali al Protocolo de Montreal.
Aunque no es muy conocido, su objetivo es eliminar (por fases) el uso de gases de efecto invernadero potentes llamados hidrofluorcarbonetos, que se utilizan ampliamente en los sistemas de los aires acondicionados. A menos que sean sustituidos, nada más estos serán responsables de un aumento de temperatura de 0,4 centígrados para finales de siglo.
El gobierno del presidente Donald Trump no ha presentado aún la enmienda Kigali ante el Senado para su ratificación, aunque los fabricantes estadounidenses se beneficiarían de una demanda de nuevas tecnologías.
Trump lo sabe todo acerca de la importancia de un buen aire acondicionado. Pasa buena parte de su tiempo en el club campestre Palm Beach, un lugar que no podría existir sin aire acondicionado. Así, le haría bien recordar lo siguiente: se puede enfriar el hoyo 19 pero no todo el campo de golf. Y, afuera, la temperatura se está calentando de manera desesperada.
En EE.UU., 9% de los hogares tienen aire acondicionado; en Alemania esta cifra es de 3%, similar al reino Unido.
Los inviernos más cálidos tal vez reducirán el consumo por calefacción en países templados, pero la necesidad de más frescura en lugares tropicales con poblaciones densas probablemente causará un aumento neto en la demanda energética y en las emisiones.