Samsung fabrica teléfonos muy buenos. En serio, cuando no explotan o se pelan o simplemente se van a negro, la marca Samsung representa dispositivos sólidos y confiables con buen hardware y software.
Es por eso que su decisión de postergar el lanzamiento de su primer teléfono inteligente plegable demuestra que estas apuestas pueden ser engorrosas. El Fold probablemente nunca iba a ser un motor importante de ingresos o ganancias. No era más que una oportunidad de presumir sobre lo que puede hacer la empresa surcoreana.
Desafortunadamente, Samsung no hizo más que probar que en realidad no puede con los teléfonos plegables.
Esta mala ejecución de producto se conoce un poco más de dos años después del lanzamiento del Galaxy Note 7 que explotó, un equipo que obtuvo el logro de ser prohibido por aerolíneas de todo el mundo. Como era de esperarse, los consumidores perdonaron a Samsung y se mostraron más que dispuestos a darle otra oportunidad a la marca tras calmarse las aguas.
A la marca Samsung le vendría bien evitar este tipo de trauma y las finanzas de la compañía no necesitan semejante toma de riesgos. Otra falla de un smartphone sería costosa y como escribió la semana pasada mi colega Alex Webb, podría acabar con las ganas de los consumidores de adquirir teléfonos plegables en general. Además de eso, la empresa gana un montón de dinero en otros segmentos.
Recordemos que Samsung es líder mundial en los componentes claves que se utilizan en la electrónica: pantallas y chips de memoria. Es cierto que se trata de sectores cíclicos e inestables, pero aún así el sólido desempeño de la empresa le ha permitido seguir ganando dinero mientras rivales más pequeños arrojaron pérdidas o derechamente desaparecieron.
La división de chips de Samsung, por ejemplo, aportó el 76% de las ganancias operacionales el año pasado pese a dar cuenta del 32% de los ingresos. Por otra parte, los teléfonos representaron menos del 18% de las ganancias operacionales y el 36 por ciento de las ventas.
Esta cadena de suministro interna es una ventaja competitiva que ninguna otra compañía del mundo disfruta.
A fin de aprovechar eso, a Samsung le vendría mejor centrarse en la fabricación sólida de productos confiables en lugar de intentar ser novedosa con tecnología no probada.
Su rival de muchos años, Apple, es un buen ejemplo de esa estrategia. Siendo rara vez la primera en utilizar nueva tecnología, Apple se conforma con ver como otros implementan pantallas OLED, reconocimiento facial y 4G. Cuando sus iPhones finalmente se ponen al día ejecutan sin deslices.
Junto con su ecosistema iOS, es este aburrido (lo siento, Apple) pero confiable producto el que permite a los consumidores sentirse cómodos sabiendo que el iPhone más reciente no será una lotería. Cuando Apple ha incursionado en nuevos territorios ha tenido problemas con sus productos (recuerde los casos de la antena y los arañazos).
Ahora que el negocio de los smartphones está perdiendo brillo es tentador empujar los límites para disparar el entusiasmo, pero los consumidores quieren un producto que funcione y no necesitan uno que entusiasme.
En febrero escribí que los equipos plegables de Samsung y Huawei, con precios de US$ 2,000 y US$ 2,600, eran más productos conceptuales que dispositivos listos para los consumidores. Eso fue antes de saber que el Fold tendría una serie de problemas.
Tras recuperarse de la saga de los teléfonos explosivos, Samsung debe tener cuidado para evitar que los consumidores digan "si me engañan una vez es culpa de ellos, si me engañan dos veces, es culpa mía".
Por Tim Culpan
Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.