Uno de los problemas más frecuentes cuando se trata un cáncer es que los tratamientos, en cierto punto, dejen de ser efectivos. Para evitarlo, un equipo de científicos españoles ha diseñado una estrategia para impedir que los tumores más agresivos, como el cáncer de páncreas, generen resistencia a la quimioterapia.
La descripción de esta nueva estrategia probada en ratones se publica en Cancer Cell, en un artículo liderado por científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), con sede en Madrid, en colaboración con el Centro Weill Cornell Medicine y Pfizer, ambos en EE.UU..
Una de las características propias del cáncer es la alteración del ciclo celular, es decir, la alteración de la actividad normal relacionada con el crecimiento, maduración y muerte de las células.
Existen unas moléculas llamadas CDK4 y CDK6 que están implicadas en el crecimiento celular descontrolado que acaba generando una masa tumoral; la actividad de estas dos moléculas están alteradas en más del 80 % de los tumores, explica a Efe Marcos Malumbres, jefe del grupo de División Celular y Cáncer del CNIO e investigador principal de este proyecto.
Lo están en cánceres como el de mama, pulmón, páncreas o leucemia, añade este investigador.
En el mercado existen fármacos que inhiben la acción de esas dos moléculas pero solo para cáncer de mama hormono-positivo metastásico; junto al tratamiento hormonal estos se han convertido en estrategia estándar desde hace tres años, según Malumbres.
Pero, ¿por qué estos inhibidores no funcionan en otro tipo de cánceres agresivos y metastásicos?
La mayor parte de los pacientes con metástasis acaban recibiendo quimioterapias que actúan solo sobre las células tumorales que se están dividiendo. El problema aparece porque el mecanismo de acción de estos inhibidores es precisamente impedir que las células tumorales se dividan lo que hace que la quimioterapia no actúe.
Por tanto, apunta Malumbres, "si inhibimos CDK4/6 y evitamos que las células se dividan, impedimos que las quimioterapias funcionen correctamente. Por este motivo, hasta ahora se había creído que no se podían combinar inhibidores de CDK4/6 con quimioterapia (en cáncer de mama funciona porque se combina con hormonoterapia).
Sin embargo, este trabajo plantea una nueva estrategia que hace posible la combinación de estos fármacos con quimioterapia.
Los investigadores del CNIO, entre ellos Beatriz Salvador, decidieron diseñar una nueva estrategia que consiste en utilizar estos dos tratamientos pero no al mismo tiempo, es decir, posponer la ingesta de los inhibidores para después de la quimioterapia.
¿Y cuánto después? Para Malumbres, el protocolo que parece más adecuado es el tratamiento con quimioterapia y la aplicación de los inhibidores al menos uno o dos días después de la quimioterapia.
Esto es lo que se ha concluido de los experimentos con ratones, pero ahora hay que probarlo en ensayos clínicos con humanos, recalca el científico del CNIO, quien apunta que como los inhibidores son pastillas orales con efectos secundarios menores, estas se podrían dar de manera casi continuada -dependiendo de la respuesta de cada paciente- hasta la nueva dosis de quimioterapia.
El trabajo se ha desarrollado tanto en modelos de ratón modificados genéticamente como en ratones con injertos de pacientes con adenocarcinoma de páncreas, uno de los tumores más agresivos y de peor pronóstico, y el protocolo descrito evitó en estos dos cosas: el crecimiento del tumor y la aparición de la metástasis.
La quimioterapia clásica sigue siendo el tratamiento más frecuente para los pacientes con cáncer metastásico, así que poder usar inhibidores de CDK4/6 para impedir que las células tumorales se recuperen puede abrir nuevas vías para mejorar la eficacia de estas terapias en diversos tipos de cáncer.
“Es difícil predecir en cuáles de ellos funcionará mejor o peor hasta que se estudien en detalle, pero ahora mismo tenemos evidencias -en células de cultivo- para cáncer de mama, pulmón y páncreas”, resume Malumbres, para quien estos hallazgos podrían impactar positivamente en miles de pacientes, aunque primero hay que hacer ensayos clínicos, para lo que ya están en conversaciones.