No cabe duda que en tiempos de pandemia la comunicación ha dejado de ser directa para producirse a través de celulares y el confinamiento ha generado que muchos encuentren una modalidad de trabajo, estudio, compañía o distracción en aparatos electrónicos. El problema, en especial con los niños, es que el uso excesivo, y sin control de estos dispositivos, hace mella en sus habilidades sociales y los expone a disminuir sus capacidades de interrelación social.
Según la licenciada Lilian Rodríguez, del Servicio de Psicología del hospital Alberto Sabogal de EsSalud, el común denominador de la comunicación, con distanciamiento físico, se da a través del uso de dispositivos móviles como celulares, laptops, tabletas, entre otros, que a diario nos mantienen expuestos a ellos.
“Todo exceso hace problemas y luego patologías. Los niños, en este caso, se vuelven poco sociables porque están todo el tiempo jugando o conversando a través de aparatos con otros niños, aparentemente, en una relación social falsa, entonces va perdiendo capacidades en el manejo de la interrelación social”, señaló la especialista de EsSalud. Ella advierte que la tristeza, irritabilidad, cólera o impaciencia con la familia, pueden ser señales de alarma que bien valdrían consultar al especialista.
El servicio de Psicología del hospital Sabogal puede recibir, por cada terapeuta, 240 pacientes por mes, de los cuales 150 son niños. En el caso de menores de edad, del 60 a 70% registra problemas con el uso excesivo de tecnología, según refieren sus padres.
Pero el uso excesivo de la tecnología no solo afecta a los más pequeños. En el caso de adultos, entre los 20 y 40 años, el mal manejo de los celulares los ha llevado muchas veces a desarrollar adicciones, pues compromete el aspecto neurosicológico; es decir, el cerebro produce determinadas sustancias bioquímicas, como la oxitocina, lo cual nos lleva a sentir una suerte de placer al hacer uso de estos aparatos, razón por la que luego ya no podemos dejarlos.
La comunicación personal física y la interrelación entre los miembros de la familia es cada vez menos frecuente en el contexto de la pandemia por el COVID-19. En estos tiempos, donde las personas suelen desarrollar grados elevados de estrés y ansiedad, el uso excesivo de los dispositivos móviles agrava la situación, pues disminuyen las habilidades sociales tanto en niños como en adultos.
Para la psicóloga Lilian Rodríguez, en la población adulto mayor la soledad y abandono generan incompatibilidad con la tecnología. Al no tener quien los ayude a entender el manejo de los aparataros electrónicos, estos terminan siendo representando un obstáculo y generando frustración.
Regulación, control y supervisión
Para evitar llegar a estos extremos, lo que debemos hacer es generar diferentes espacios y momentos para el niño en casa. La tecnología no puede, ni debe ser dejada de lado, pero no debemos convertirla en el centro de la atención del menor.
Se deben crear otros espacios para el hacer ejercicios, bailes, cumplir con responsabilidades y hacer otras actividades en casa que impliquen la interacción real y directa con otros miembros de la familia. Es importante promover en el niño la disciplina para que este logre tener control sobre sus impulsos. En el caso del adulto mayor, nos corresponde apoyarlos en el proceso, hacerles entender que, así como los niños pequeños lo aprenden, ellos también lo lograrán.
La tecnología no es mala, por el contrario, puede facilitarnos el camino para lograr objetivos en de manera más rápida; sin embargo, en edad de formación, no podemos dejar que el niño la use a su libre albedrío pues, podría generar los problemas que ya hemos explicado.
El Servicio de Psicología del hospital Alberto Sabogal, promueve prácticas de vida sana e invita a todos los asegurados a confiar en los especialistas. Cualquier problema abordado a tiempo puede encontrar o solución o por lo menos un tratamiento que garantice la calidad de vida de los pacientes.