¿Y qué le dirías a alguien que siente que no le llena lo que hace? No trabajes por dinero. Sí, le diría eso. No trabajes por dinero.
A un amigo le ofrecieron trabajo en otro país. Aceptar significaba alejarse de su familia y toda la complejidad de la expatriación. Aplicando los impuestos resultaba más esfuerzo por el mismo sueldo.
Una amiga dueña de una clínica de trasplante capilar evaluaba seriamente poner una cafetería para promover la marca de su país en Europa. La inversión y el esfuerzo no compensan los ingresos.
Mi amigo aceptó el trabajo. Mi amiga abrió su café.
Cuando John Mackey funda Whole Foods Market no lo hace con el propósito de ganar dinero sino de proporcionar mejor calidad de alimentos y mejores ingresos a los productores. Cuando Gastón Acurio inicia su aventura gastronómica, no lo hace con el objetivo de ganar dinero, sino con el propósito de poner en valor la gastronomía peruana.
Le pregunté a mi amigo por qué aceptó el trabajo ganando lo mismo. Me explicó que le permitía crecer como persona. Le pregunté a mi amiga por qué decidió poner la cafetería. Me explicó que quería ver el nombre de su país dentro de las cafeterías de especialidad.
El dinero que ganamos por nuestro trabajo, como empleados o como empresarios, tiene una debilidad: es finito. Es como comer. Necesitamos desayuno, almuerzo y comida cada día. No es de larga duración.
En general, nuestros ingresos nos alcanzan para los gastos del mes. A algunos nos cuesta más. A otros nos permite algún ahorro. Pero acaba el mes y ya tenemos que empezar por los ingresos del siguiente mes porque los gastos sí los tenemos. Eso nos lleva a trabajar pensando en el dinero que tenemos que ganar en lugar de pensar en el propósito de nuestro trabajo.
No tengo duda que mi amigo y mi amiga triunfarán en sus nuevos proyectos. Y estoy seguro de eso porque lo que los mueve les da más fuerza que los ingresos económicos. El dinero es importante, claro que lo es. Con él vivimos y pagamos nuestros gastos. Pero cuando el dinero es el motivo de lo que hacemos es un motivo de corta duración. Se agota y cansa. Porque lo ganas y ya está gastado.
Cuando el motivo es más trascendente, el dinero igual llega. Pero nuestra fortaleza para seguir adelante está en el propósito de por qué lo hacemos.
En este punto contesta una pregunta. ¿por qué haces lo que haces?, ¿por el dinero que ganas o por otra razón de mayor importancia? Encuentra esa razón y verás que lo que haces ahora tiene más sentido.
Para que lo que haces te llene, vive con propósito y no trabajes por dinero.