La democracia está en crisis. Diversos indicadores internacionales publicados varios años antes de la pandemia y las protestas a fines de 2019 reclamando eliminar desigualdades y nivelar oportunidades, ya alertaban que la población mundial estaba cada vez menos satisfecha con la democracia y que la desigualdad se estaba incrementando, generando sentimientos de injusticia y reduciendo la confianza en las instituciones.
En este episodio, la especialista en liderazgo y sostenibilidad, Gisella Benavente – CEO de Axia Consulting Group, profundiza sobre qué necesitamos hacer para demostrar que la democracia puede funcionar bien para todos y no sólo a favor de las élites.
Benavente sostiene que el sistema democrático necesita evolucionar y para ello necesitamos identificar qué la llevó a esta situación, definiendo lo que es realmente fundamental y qué podemos hacer distinto. Para hacer este análisis, la especialista explica que se requiere que seamos capaces de cuestionarnos y repensar. “Es importante recordar que las cosas cambian y que, a través de la evolución de la sociedad, hemos venido modificando lo que está normalizado y aceptado”, precisa.
Sumado al creciente descontento en el mundo y a la inestabilidad política, los continuos escándalos de corrupción que involucraron al sector público y al sector privado contribuyeron a debilitar la confianza en el sistema generando la percepción de que este sólo favorece a los más poderosos, poniendo en duda la ética de ambos sectores. “Y la pandemia, nos ha dejado un mundo aún más frágil y desigual”, comenta.
Benavente recuerda que la democracia es un sistema basado en que todos tienen iguales derechos. Tiene su contrapartida en el mercado, que es un método de coordinación social en el que participan diversos actores estableciendo relaciones basadas en el intercambio. Un mercado es libre cuando cualquiera puede participar en igualdad de oportunidades y en el que se espera que sus participantes mantengan sus promesas; de no ser así, esto debe tener consecuencias para quien las incumple en aplicación de la ley.
Los gobiernos son vitales para garantizar igualdad de oportunidades, supervisar el buen funcionamiento y dotar a la ciudadanía de servicios básicos como educación y salud. Sin esto, la corrupción aflora reemplazando a la competencia y la riqueza se concentra en quienes tienen más poder desgastando el sistema para todos. “Para tener un mercado en el que se respeten los derechos de todos, se necesita tener reglas claras y mecanismos justos y efectivos”, indica.
La especialista señala que en el actual contexto, debemos comenzar por reconocer que somos parte de un sistema interdependiente en el que nos necesitamos todos y, por tanto, el bien común no es un concepto abstracto sino lo único que garantizará nuestra supervivencia. “Es importante comprender que el sector público y privado forman parte de un mismo sistema que necesita de ambos para tener éxito, y que nuestro comportamiento diario como ciudadanos también influye en el éxito o el desgaste del sistema”, finaliza.