“No me considero el mejor, el mejor es el grupo”, resumió el creativo Christian Cueva al opinar sobre la fórmula que ha llevado a Perú a colocarse a un paso de disputar en Qatar 2022 su segundo mundial de fútbol consecutivo, tras una sequía de 36 años que ahora es un remoto recuerdo para los peruanos.
Con el quinto puesto en la clasificación sudamericana, que le da derecho a disputar en junio la repesca contra Australia o Emiratos Árabes Unidos, la Blanquirroja consolidó este martes un proyecto que inició hace siete años bajo la conducción del argentino Ricardo Gareca.
La apuesta fue un éxito desde el momento en que el “Tigre” fue elegido por un hombre clave, y poco reconocido en este proceso, el director deportivo Juan Carlos Oblitas, responsable directo de que los incas optaran por un proyecto a largo plazo.
Fue Oblitas el que identificó a Gareca como el encargado de revolucionar a una selección marcada por décadas de frustraciones deportivas, lo que permitió alcanzar el épico regreso a un Mundial de Fútbol en Rusia 2018 durante la gestión de Edwin Oviedo al frente de la Federación Peruana de Fútbol (FPF).
Y también el que logró que el entrenador siga con el combinado nacional durante el proceso hacia Qatar 2022 mientras se escuchaban los cantos de sirena de otras propuestas, al parecer muy atractivas, pero entre las que no estuvo la que tanto ansiaba el “Tigre”, la del combinado albiceleste.
Para eso, Oblitas contó con el apoyo del nuevo presidente de la FPF, Agustín Lozano, y con el respeto que se prodiga con Gareca desde que ambos fueron delanteros en las selecciones de sus respectivos países, en las últimas décadas del siglo pasado.
La fórmula de Gareca, de Oblitas y del comando técnico de Perú pasó por consolidar un proyecto que siempre puso al equipo por encima de todo, más allá de figuras individuales que, como Cueva, fueron decisivas en los últimos años.
“Perú es un equipo”, remarcan continuamente los analistas, y no les falta razón si se revisan las mejores versiones de una selección que ha dejado en el camino a rivales plagados de grandes figuras como Colombia o Chile.
Lo que le da mayor mérito a un combinado al que le sobra amor propio y solidaridad, virtudes con las que afrontó sus momentos más bajos, como la ausencia de sus artilleros Paolo Guerrero y Jefferson Farfán, ausentes por lesión en gran parte del actual proceso.
Apostó entonces por Gianluca Lapadula, un delantero italiano que hizo primar el amor por su madre peruana para llegar con sus goles a conquistar los Andes y el cariño de todos sus nuevos compatriotas, que lo idolatran.
Un goleador “peruviano”
“Lapagol” se convirtió en el “peruviano” de los goles importantes que, paradójicamente, no fueron codiciados por una Italia que no vio en la figura del Benevento a una posible solución para sus problemas ofensivos a pesar de que hace unos años lo convocó para unos partidos amistosos.
De esa manera, así como en el camino a Rusia 2018, Perú contó con Guerrero, Farfán y Cueva como sus estandartes, en este proceso tuvo a Lapadula, Cueva y André Carrillo, un talentoso que se perdió el último partido por lesión, a la columna vertebral del equipo.
Pero, por encima de los nombres, la fórmula de Gareca ha sido un éxito porque supo fortalecer la unión entre sus jugadores y promovió un concepto de solidaridad que ha avanzado hacia una amistad que trasciende camisetas y posibles rivalidades deportivas.
“Felicito a los muchachos, porque fue muy difícil, teniendo en cuenta que es complicado mantenerse, y también por todo lo que entrenan. Agradezco a la gente. Otra vez vivimos una noche increíble”, sostuvo Gareca, reafirmando el romance que vive con los peruanos desde hace varios años.
Esto se confirma cuando se sabe que más del 90% de ellos apoyan su trabajo y una cifra muy similar pide que la FPF le renueve el contrato para que siga al frente de la Blanquirroja.
Por lo pronto, tras asegurar la repesca, tanto Gareca como Oblitas y todos los integrantes del comando técnico han visto extendidos sus contratos de manera automática hasta junio, cuando se definirá si Perú repite la hazaña de ir a un segundo Mundial consecutivo, como ya pasó en Argentina 1978 y España 1982.
Ningún peruano duda que la Blanquirroja, esa a la que le cantan “Cómo no te voy a querer”, llegará a ese partido decisivo con la convicción de que la hazaña es posible y que Qatar, así como pasó con Rusia, no queda tan lejos cuando se pone al equipo por delante.