Desde el inicio de su gestión el 28 de julio, Castillo encendió la polémica al nombrar como presidente del Consejo de Ministros a Guido Bellido, un legislador ultraizquierdista poco conocido e ingeniero sin experiencia pública cuestionado por sus pasados comentarios homofóbicos y machistas en redes sociales. (Foto: Presidencia).
Desde el inicio de su gestión el 28 de julio, Castillo encendió la polémica al nombrar como presidente del Consejo de Ministros a Guido Bellido, un legislador ultraizquierdista poco conocido e ingeniero sin experiencia pública cuestionado por sus pasados comentarios homofóbicos y machistas en redes sociales. (Foto: Presidencia).

ha enfrentado varias crisis a lo largo de su gobierno, que se inició apenas en julio del 2021, pero la última crisis, acontecida esta semana tras la juramentación de Héctor Valer como presidente del Consejo de Ministros, es la que más rechazo ha generado.

Tras revelarse que el recién juramentado Valer, el tercero en la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) en medio año de gestión, acumula denuncias por violencia doméstica, la ola de rechazo a dicha designación obligó a Castillo a retroceder y anunciar este viernes la recomposición de su gabinete.

El descontento se ha extendido en su propia base, que anunció por primera vez protestas para el fin de semana exigiéndole modificar su gabinete con el que reemplazó a otro cuya primera ministra renunció criticando a Castillo de no ser contundente contra la corrupción que prometió combatir.

¿Por qué renunció su anterior primera ministra?

Mirtha Vásquez, una abogada izquierdista activista antiminera y su segunda primera ministra, renunció el lunes en apoyo de su ministro del Interior, Avelino Guillén, quien dimitió un poco antes exasperado por no recibir respaldo de Castillo en su lucha contra la corrupción policial.

Guillén reveló que buscó destituir al entonces jefe de la policía Javier Gallardo, quien buscaba jubilar a experimentados agentes y debilitar una unidad contra el narcotráfico y otra que ha capturado a políticos corruptos de todos los partidos, incluyendo expresidentes, gobernadores y alcaldes.

Al mismo tiempo, otro agente de la policía de alto rango que se jubiló hace poco denunció la última semana ante una comisión del Congreso que los ascensos dentro de la policía estaban manchados por la corrupción tanto en los bajos como en los altos rangos, porque se solicitaba dinero.

El exministro del Interior indicó que tras plantear a Castillo su decisión de jubilar al jefe policial, el mandatario lo eludió por dos semanas, por lo que entendió que no tenía apoyo presidencial. Luego de la renuncia de Guillén, Castillo jubiló al jefe policial Gallardo.

Carlos Jaico, el secretario presidencial, también renunció durante la semana. Guillén, Vásquez y Jaico coinciden en que Castillo tiene un círculo de asesores que perjudica su desempeño.

Castillo apenas había salido de otra crisis a fines del 2021 en la que quedó bajo investigación fiscal por presunta corrupción porque una empresa ligada a una mujer que organizó una fiesta de cumpleaños para su hija menor, ganó una licitación para construir un puente.

El presidente también está bajo indagación fiscal por reunirse con un empresario que luego ganó un contrato para vender biodiesel a la petrolera estatal Petroperú. La fiscalía indicó que, de acuerdo con la ley, continuará la investigación al finalizar el mandato de Castillo en el 2026.

Bruno Pacheco, el antecesor de Jaico en el cargo de secretario presidencial, también está investigado por presunta corrupción. La fiscalía halló en su baño de Palacio de Gobierno unos US$ 20,000 cuyo origen está bajo escrutinio.

¿Quiénes son los asesores de Castillo?

No han dado declaraciones públicas y sus nombres son poco conocidos para los peruanos. La prensa local ha comenzado a nombrarlos. El exsecretario presidencial Jaico los ha calificado como “influencia nociva” para el mandatario que le han empujado a sucesivos errores.

Uno de ellos es Biberto Castillo, que no es familiar del mandatario, pero fue señalado el lunes en una interpelación ante el Congreso por el entonces ministro de Energía y Minas, Eduardo González, como el asesor que “gestionó” con insistencia la designación de Daniel Salaverry en Perupetro.

Otro es Beder Camacho, que empezó como jefe de trámites en Palacio de Gobierno y escaló hasta subsecretario de la Presidencia. Jaico dijo que ordenó investigarlo por reunirse sin avisar con Gallardo, el jefe policial cuestionado por el ministro del Interior que renunció.

Jaico indicó a radio Exitosa que incluso Biberto Castillo estaba presente en reuniones donde se trataban temas de seguridad nacional. “Este tipo de malos manejos permiten que personas irresponsables tengan responsabilidades grandes”, dijo Jaico.

¿Cuáles son las críticas a Castillo?

Desde el inicio de su gestión el 28 de julio, Castillo encendió la polémica al nombrar como presidente del Consejo de Ministros a Guido Bellido, un legislador ultraizquierdista poco conocido e ingeniero sin experiencia pública cuestionado por sus pasados comentarios homofóbicos y machistas en redes sociales.

Bellido amenazó con nacionalizar la extracción del yacimiento de gas más grande del país, que está en manos de un consorcio internacional liderado por Pluspetrol, en caso de que fracasen unas renegociaciones para otorgar más ingresos al estado. Duró dos meses en el cargo.

En medio de una crisis, Castillo contradijo a su primer ministro y anunció que su gestión respetaba las inversiones. El 6 de octubre pidió la renuncia de Bellido y lo remplazó por Vásquez.

Héctor Béjar, excanciller de Castillo que renunció a 19 días de iniciado el gobierno por una polémica sobre el inicio del terrorismo en Perú, comentó que tenía la impresión de que “un grupo heterogéneo estaba en cargos altos” por ser familia de Castillo o militantes partidarios, pero no por méritos.

Eduardo Dargent, profesor de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Perú, resumió al diario El Comercio que Castillo muestra “una y otra vez la persistencia en el error...de nombrar a los amigos, a los conocidos, a los que se les debe favores”.

Castillo no otorgó ninguna entrevista durante los primeros cinco meses de su gestión. Cuando a fines de enero concedió tres, dijo entre otras cosas que estaba aprendiendo. Para “llegar a la Presidencia de la República no fui preparado”, comentó a la radio Exitosa. En otra entrevista con el semanario “Hildebrandt en sus Trece” dijo “no leo periódicos ni miro la televisión”.

¿En qué contexto ocurre la nueva crisis contra Castillo?

La indignación ocurre durante el “peor desastre” ecológico que ha sufrido la capital en los últimos tiempos, según lo llamó el mismo gobierno, tras un derrame a mediados de enero en el Pacífico de 11,900 barriles de petróleo frente a una refinería de Repsol y en medio de una tercera ola de contagios por el ómicron que ha provocado desde el 2020 más de 206,000 muertos.

En medio del derrame que dejó sin empleo a miles de pescadores y comerciantes que trabajaban cerca de las 24 playas contaminadas, Castillo también cambió al ministro del Ambiente y nombró a Wilber Supo, un bachiller en geografía cuya única experiencia era el de profesor de una escuela local, como Castillo.

“Ha recogido lo peor que ha tenido”, dijo la legisladora Rosangela Barbarán, del partido Fuerza Popular que lidera Keiko Fujimori, derrotada por Castillo en los últimos comicios presidenciales.

Valer, el tercer primer ministro del gobierno de Castillo y acusado por golpear a su mujer e hija, fue criticado por legisladores de todas las tiendas políticas. Grupos de feministas, activistas ecologistas y por los derechos humanos también mostraron repudio al jefe del gabinete.

Empuñando un micrófono, Valer dijo el jueves en las afueras de Palacio de Gobierno que querían “liquidarlo” con las carátulas de la mayoría de diarios que destacaban las denuncias policiales por violencia familiar en su contra que datan del 2016.

Usando un lenguaje atiborrado de tecnicismos jurídicos afirmó que jamás había agredido a su “querida esposa” y tampoco a su hija, entonces de 29 años. Sacó un manojo de papeles donde había impreso el rostro de la muchacha y dijo que su hija había escrito sobre él: “mi papi hermoso, te amo mucho”.

Sin acabar su primera (y quizá única) semana de gestión, Valer chocó con el Congreso. El jueves sugirió que en caso no le otorguen el voto de confianza para continuar sus funciones, los parlamentarios se estaban acercando a la posibilidad que el presidente disuelva el Legislativo, como ocurrió en el 2019.

“Habrán perdido la primera bala de plata en el Congreso para luego el presidente utilizar la bala de oro que es la disolución del Congreso”, advirtió Valer. “Seré un hueso duro de roer”, añadió más temprano en declaraciones a radio Santa Rosa.

Incluso un ministro de su gabinete, Roberto Sánchez, de la cartera de Comercio Exterior y Turismo, le recomendó renunciar. Valer fue al Congreso y pidió ser atendido el sábado para que los legisladores decidan si apoyan o rechazan a su gabinete.

La presidenta del Congreso, María Alva, le respondió a Valer que decidirían sin presiones la fecha en la que sería recibido, también le exigió al presidente que aclare si quiere cerrar el Parlamento.

Tras todos estos acontecimientos, Castillo, al final del día viernes, tuvo que salir a anunciar la recomposición de su gabinete, tras la semana más crítica de su gobierno.

“El crédito que se le ha dado a esta gestión está en cero”, dijo Ana Jara, ex presidenta del Consejo de Ministros entre el 2014 y 2015. “Los pegalones sienten que el gobierno de Pedro Castillo los representa”.