Bailar en Tik Tok aunque bailes mal, esa es la principal estrategia de muchos candidatos en las próximas elecciones generales de Perú para “estar en la onda” y captar el voto joven en un país ampliamente hastiado de sus políticos y sin casi interés y confianza en estos nuevos comicios.
Las propuestas e ideas han quedado momentáneamente de lado para intentar ser “chévere” (popular) en esta red social de vídeos breves y encadenados, donde priman los bailes acrobáticos, los desafíos absurdos, las bromas pesadas, las “mágicas” transformaciones hechas con simples montajes y las filmaciones con filtros aberrantes.
Sin embargo, lo que se están encontrando los peruanos en sus pantallas son gente de mediana edad o incluso de la edad de sus abuelos que protagonizan auténticos papelones en su intento de aparentar que están “en la onda” (a la moda) de los “millennials”.
El mejor ejemplo es César Acuña, el candidato presidencial del partido de derecha Alianza Para el Progreso (APP), quien a sus 68 años trató sin éxito de marcarse una coreografía de la canción “Bad boy”, de Marwa Loud, junto a la candidata al Congreso Yuriko Collantes, de 25 años, ella sí una experta “tiktoker”.
Tras aparecer ambos por cada lado de la pantalla y saludarse con un golpe de puños, la atención se la lleva Acuña, quien confuso y con la mirada pérdida, trata a duras penas de seguir el ritmo y movimiento de su compañera de vídeo, pero solo atina a ladear levemente los brazos y la cadera como si hiciese gimnasia.
Un pollo sin ritmo
No solo parecer pez fuera del agua en TikTok es cosa de candidatos sesentones, como demostró Alejandro Cavero, de 28 años y postulante al Congreso por el partido de derecha neoliberal Avanza País, en un video muy viral únicamente por sus aburridos movimientos.
Con la gutural voz de fondo del cantante de Boney M entonando el tema “Rasputin”, Cavero hace alarde de mover los brazos con una asombrosa desgana para, de repente, convertirse en un pollo gigante con un disfraz que desaparece a los pocos segundos para volver a ser él mismo.
Algo más de actitud le puso Joaquín Rey, de 34 años y candidato a congresista por el partido de centroderecha Victoria Nacional, para bailar el reguetón “A lo Michael (Ay rico rico)”, del colombiano Luigy Boy, pero sus movimientos circulares de brazos recordaron más a los bailes de Carlton Banks en la serie “El príncipe de Bel Air”.
Tampoco le salió muy allá la coreografía que se marcó junto a su equipo de campaña la periodista Sigrid Bazán, de 30 años, y candidata a congresista por el partido de izquierda Juntos por el Perú (JP).
“Cuando los chicos de campaña se prestan... los haces bailar”, escribía Bazán sobre sus hieráticos compañeros que, sin esconder su desdén, seguían los pasos de la canción “Blinding lights”, del cantante canadiense The Weeknd.
El umpa lumpa
Otro cuyo baile dejó una reacción de desconcierto entre los “tiktokers” fue el del exportero y exalcalde del distrito limeño de La Victoria George Forsyth, candidato presidencial por Victoria Nacional.
A Forsyth se le ocurrió imitar a Johnny Depp en la película de “Charlie y la fábrica de chocolate” y se puso a bailar la canción de los umpa lumpas durante una visita a una fábrica de “King Kong”, un alfajor gigante tradicional del norte de Perú.
En esta moda no faltó tampoco el ultraderechista Rafael López Aliaga, del ultraconservador partido Renovación Popular y popularmente conocido como “Porky”, por su importante semejanza con el cerdito de los “Looney Tunes”.
EL “PORKY CHALLENGE”
En su cuenta oficial de TikTok lanzó el “Porky Challenge”, un reto donde animaba a sus seguidores a imitarle los movimientos de baile que hizo en un canal de televisión donde apenas meneaba los puños arriba y abajo con sus brazos flexionados.
La propuesta careció de éxito en un candidato que tiene su bolsón de votos en las personas de mayor edad de la clases más altas, acomodadas y conservadoras del país.
Pese a que también hay videos donde los candidatos hacen verdaderos esfuerzos y piruetas verbales para explicar sus ideas en vídeos de 30 segundos, la campaña en TikTok se ha vuelto un concurso de popularidad por intentar caer simpático y ser “gracioso” ante un público cansado precisamente la política de siempre.