Perú llegará al bicentenario, el 28 de julio deL 2021, sin alcanzar su meta de reducir drásticamente la desnutrición infantil, en un contexto económico y social deteriorado por la pandemia, estiman expertos.
A pesar de dos décadas de crecimiento económico sostenido, en el 2019 el país tenía en la pobreza a 20% de sus 33 millones de habitantes y, según datos de la ONU, a 12% de los niños menores de cinco años con desnutrición crónica.
Ahora, con una drástica caída de la economía por una cuarentena de tres meses y medio, se prevé un aumento de la pobreza y de la desnutrición y anemia infantil.
“Debido a la pandemia existe el riesgo de que la desnutrición aguda se eleve de manera focalizada en algunas zonas de Perú”, dice Enrique Román, representante en Lima de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO).
En una encuesta del Programa Mundial de Alimentos (otra agencia de la ONU), más del 70% de los peruanos entrevistados declaró que su capacidad para comprar alimentos se redujo por la cuarentena nacional, que se prolongó del 16 de marzo al 30 de junio.
Hay otros factores ligados a la desnutrición, que también resultaron “seriamente afectados por la pandemia”, según la FAO, como el monitoreo médico de la alimentación de los niños y los hábitos de comida bajo el confinamiento.
A medio camino
En el 2011, Perú se fijó varias metas para el bicentenario de su independencia. Una de ellas era que la desnutrición crónica infantil se redujera a 6% y la anemia en niños de 6 a 35 meses de edad a 19%. En ambos indicadores solo se alcanzará la mitad del camino, a pesar de una mejora en años recientes.
El pediatra y exministro de Salud peruano Abel Salinas dice que la tasa de anemia se ubica en 41%, con un avance de apenas dos puntos porcentuales entre el 2018 y 2019.
"El año pasado en anemia mejoramos, y después de ocho años de incremento en el promedio volvimos a números alcanzados en el año 2011", explica Salinas. "Evidentemente no se avanzó mucho y tememos bastante que por efecto de la pandemia esto se agrave".
"La anemia está vinculada a la pobreza, que se incrementará después de la pandemia. Es lo que nos muestran los indicadores", agrega.
Daños a largo plazo
Román manifiesta que la FAO reconoce el esfuerzo hecho en Perú para reducir la desnutrición y anemia. “Hemos apoyado a los diferentes gobiernos para cambiar el enfoque de una mirada puramente alimentaria, a una multidimensional. A partir de dicho abordaje es que la desnutrición crónica infantil empieza a reducirse de manera representativa en el Perú, pasando de un 30% a 12% a nivel nacional en los últimos 20 años”, dice.
No obstante, Perú aún ocupa el cuarto lugar a nivel sudamericano en desnutrición infantil, empatada con Colombia, por detrás de Bolivia y Ecuador, según la FAO.
Salinas explica que por la pandemia están desatendidos pacientes con enfermedades crónicas, como cáncer o tuberculosis, hay cirugías pospuestas y millones de vacunas no aplicadas. También falta el seguimiento de la anemia.
"En Perú, 59% de los niños a los seis meses de edad tienen anemia, eso ha sido invariable y nos obliga a pensar en mecanismos previos, desde la mamá gestante", dice el especialista.
La desnutrición crónica y la anemia tienen consecuencias en la salud en el largo plazo, aumentando el riesgo de contraer enfermedades y frenando el crecimiento y el desarrollo físico e intelectual del niño.
Además, elevan "los costos en los sistemas de salud y educación, y (causan) un descenso en la productividad", dice Román.
“La desnutrición crónica y la obesidad causan en Perú un costo de entre dos y tres puntos del PBI, y con la pandemia de COVID-19 es seguro que esos costos serán mayores”, añade.
Salinas recomienda que Perú intente formalizar a los trabajadores. Ahora la informalidad supera el 70%.
“Existen unos 10 millones de peruanos invisibles para el sistema, que no acceden a las ayudas sociales y al estar siendo discriminados de recibir derechos y beneficios, quedan de espaldas al desarrollo”, afirma.