Lima Metropolitana solo puede abastecer el 3% del total de alimentos consumidos por su población, según señala un estudio de la ONG Cesal. Esto debido a la pérdida de áreas de sembríos en sus valles y la reducción de la fuerza laboral agrícola.
La investigación, realizada en alianza con el Consorcio por la Salud, Ambiente y Desarrollo (Ecosad, muestra que la capital peruana depende significativamente de la oferta alimentaria proveniente del interior del país. Esto se debe a que solo produce aproximadamente el 3% de los alimentos que consume a través de sus tres principales cuencas (Rímac, Chillón y Lurín), mientras que el 97% restante se importa de otras regiones.
Este desequilibrio hace que la disponibilidad de alimentos esté completamente sujeta a las importaciones, intermediarios, y en riesgo a situaciones como el cierre de carreteras por problemas ambientales o conflictos sociales. Asimismo, la escasez de productos debido al cambio climático podría llevar a las regiones a limitar sus envíos de alimentos a la capital para asegurar su propio abastecimiento.
La reducción permanente del suelo destinado a la agricultura se debe principalmente a la especulación inmobiliaria, los cambios en la zonificación y las ocupaciones ilegales, entre otros factores, que son los principales desafíos que enfrentan los valles productivos de Lima.
Además, la disminución de la mano de obra agrícola en la ciudad, que está migrando hacia el sector servicios. Actualmente, el número de trabajadores agrícolas en Lima Metropolitana representa menos del 1% de su PEA ocupada.
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Trabajo con comunidades
Según el estudio, se debe plantear proyectos que aseguran la participación de las comunidades, adaptadas a las características de cada cuenca. Por ejemplo, resalta que el rol que cumplen las ollas comunes y los comedores populares en la promoción del consumo de la producción local en los valles, la generación de hábitos alimenticios saludables, prevención de la anemia infantil, así como garantizar que familias de escasos recursos económicos el acceso a la alimentación.
Paola Cárdenas, coordinadora de procesos urbanos de Cesal, indicó que, como parte de las iniciativas comunitarias, se han implementado biohuertos verticales en ollas comunes para fomentar una alimentación saludable y el autoconsumo en estos espacios.
“También se realizan las ventas directas de la chacra a la olla, con lo cual se logra la recuperación económica de los productores y que las ollas puedan acceder a productos saludables a un precio justo. Estas iniciativas comunitarias pueden ser trasladadas a cualquier territorio ya que muestran resultados y son sostenibles”, apuntó.