Loreto, la región más extensa del Perú, es también hoy la que más languidece en la guerra que afronta el país contra el Sars-Cov-2. Las cifras oficiales al 4 de mayo aseguran que es la quinta región con más infectados, pues se han reportado 1.595. Los datos oficiales de fallecidos sostienen que son 62 y que la tasa mortalidad es de 3.89%, la sétima más alta del Perú.
Es lo que dice el papel y los números. Pero la realidad parece haber superado largamente cualquier cálculo.
En una región con casi 900 mil habitantes y con la segunda densidad poblacional más baja del país (2.4 habitantes por kilómetro cuadrado), el 80% de su población estaría contagiada del Covid-19, según ha esbozado el propio Colegio Médico de Loreto, aunque no es posible demostrarlo por una sencilla razón: faltan pruebas rápidas y pruebas moleculares.
Incluso hasta Elisbán Ochoa, el mismo gobernador regional de Loreto, está contagiado y ahora guarda aislamiento domiciliario pues recién se encuentra en la etapa inicial de la enfermedad. Ochoa se vió obligado a delegar las tareas de su cargo en otros funcionarios para guardar reposo y evitar la hospitalización.
Con hospitales colapsados, sin más ventiladores mecánicos y con una demanda diaria de 500 balones de oxígeno que no se puede atender, según el Colegio Médico de dicha región, ¿es posible que solo hayan fallecido 62 personas en Loreto, como aseguran las cifras oficiales?
Gestión.pe conversó con Ray Fernández Noriega, director de Salud Ambiental de la Dirección Regional de Salud (Diresa) de Loreto. Fernández tiene un equipo de 40 personas que hoy tienen la tarea más dura de la pandemia: atender las llamadas telefónicas y recoger los cadáveres para tratar de cumplir con los famosos protocolos dictados desde el Ministerio de Salud que ordenan incinerar los cuerpos de los fallecidos por Covid-19 confirmado.
“Nos faltan equipos de protección personal, falta personal, falta que arreglen los cementerios. No hay incineración. Se ha malogrado el incinerador del cementerio Jardín del Edén, el único de la región. Estamos recogiendo los cuerpos de casas, hospitales y de las calles y los llevamos a enterrar a los cementerios”, dice Fernández por teléfono, con voz frustrada, y rebasado por lo que le toca afrontar.
La jornada diaria de este equipo de Diresa Loreto consiste en atender las llamadas, recibir los reportes de fallecimientos, recoger los cuerpos, trasladarlos a los cementerios y enterrarlos. Tienen el apoyo de las Fuerzas Armadas y del Gobierno, a través de personal militar, camiones y hasta un tractor. Sin embargo, nada parece ser suficiente.
"En total recogemos entre 12 a 15 personas diarias, de las cuales son entre 7 a 10 cadáveres con Covid-19 positivo confirmado. Sin embargo, recibimos más de 100 llamadas diarias para reportar muertes. Solo cuento con 40 trabajadores, entonces apoyamos sobre todo a las familias que no tienen posibilidades económicas para trasladar sus cadáveres", cuenta Ray Fernández vía telefónica.
La región Loreto cuenta con cuatro cementerios, de los cuales tres son privados y uno pertenece a la Municipalidad distrital de San Juan Bautista. Es en este último cementerio donde Ray Fernández y su equipo entierran los cuerpos de las personas de escasos recursos económicos.
El pasado 22 de abril, exactamente hace dos semanas, el propio Elisbán Ochoa, gobernador regional de Loreto hoy contagiado, anunciaba la habilitación de un terreno adicional de 2,500 metros cuadrados en este cementerio para el entierro de fallecidos. Por eso, hoy el equipo de Fernández aún tiene espacio para la triste sepultura de los loretanos que perecen por la pandemia.
“Todavía hay capacidad en los cementerios. Sin embargo, cada vez tengo un equipo más reducido. De las 40 personas, cada vez son más los que caen enfermos. Ahora tenemos siete trabajadores infectados. Además, para todos no es fácil trabajar con tantos cadáveres”, señala.
-Ser médico en Loreto, una proeza invaluable-
“Normalmente en la región Loreto trabajan 600 médicos y siempre ha sido insuficiente”, relata Miguel Palacios, decano nacional del Colegio Médico del Perú. Cuando empezó la pandemia, explica Palacios, un 30% de médicos de la región se recluyeron en sus casas por tener enfermedades preexistentes o tener más de 60 años y ubicarse en el grupo de población vulnerable. Así, quedó un batallón de 400 soldados de primera línea que cada día se encuentra más debilitado.
“De un tiempo a esta parte, los médicos en Loreto comenzaron a infectarse con una curva exponencial. Ahora tenemos 128 médicos infectados en Iquitos, 10 médicos en unidad de cuidados intensivos y 5 médicos que han fallecido. De allí se deduce que hay carencia de médicos. Además de la brecha que viene desde antes, ahora hay un efecto anímico y moral sobre los médicos que están batallando porque se sienten abandonados”, sostiene Palacios y cuenta que el mal tiempo de Loreto impidió el traslado aéreo a Lima de uno de los médicos en cuidados intensivos.
El decano nacional del Colegio Médico del Perú asegura que en primera línea están trabajando los intensivistas, infectólogos, neumólogos y epidemiólogos. Con la reducida cantidad de médicos, Palacios asegura que cada uno de ellos cubre la labor de cinco trabajadores. Con voz frustrada, el vocero del gremio de galenos asegura que ningún concurso público convocado por el Gobierno logrará satisfacer la demanda de la región Loreto por una razón: el estado de abandono.
“Estamos pidiendo más médicos, pero nadie quiere ir porque se sienten abandonados por el Estado. Si van a ir, se van a enfermar y los van a abandonar. Nadie quiere ir. Incluso, tengo un montón de solicitudes de médicos que quieren salir de Iquitos abandonando el trabajo. El Gobierno está dando un mal ejemplo de una manera incomprensible. En ningún manual de guerra, el comando abandona a sus mejores combatientes”, dice Palacios enérgico.
A esto, le suma un nuevo problema: la falta de medicamentos, equipos de protección y equipos de asistencia médica. Palacios asegura haber recibido reportes de que, en la selva, en ciudades como Pucallpa, falta incluso paracetamol y acitromicina, y las pocas unidades que hay tienen precios elevados.
En Loreto, señala el Colegio Médico de esa región, la única planta de balones de oxígeno ya no cuenta con capacidad para abastecer la demanda por lo que la única posibilidad es que se envíen desde Lima. Es por esta caótica situación que surgen historias esperanzadoras, como la del padre Raymond Portelli, quien logró recaudar más de S/ 1 millón con la intención de instalar una segunda planta de balones de oxígeno en la región.
“Esto se debe resolver con puentes aéreos con oxígeno y que no falte en ningún momento. De igual forma un puente aéreo para evacuar a los médicos heridos, devolverles la moral y de esa manera habrá quienes quieran ir a Iquitos a reemplazar a los que cayeron infectados”, pide Palacios, que ahora graba mensajes por video para enviar a los médicos a nivel nacional para alentarlos moralmente y pedirles que sigan batallando.
“Es un mensaje para que, por lo menos, sientan las palabras, para que no se rindan, resistan y cumplan el juramento hipocrático con el compromiso de que nosotros vamos a seguir pidiéndole al Gobierno que no nos abandone. Esto no ha ocurrido en ningún lugar del mundo en donde un Gobierno abandone a sus médicos. Es increíble”, dice ofuscado el decano nacional del Colegio de Médicos del Perú.
-Una región asfixiada por la falta de conectividad e infraestructura-
Una deuda histórica del país con Loreto, pero en general con la amazonía, ha sido la falta de infraestructura y conectividad. La única posibilidad de enviar balones de oxígeno a Loreto es vía aérea. Sin embargo, con aeropuertos cerrados y empresas de transporte aéreo inoperativas, las oportunidades son escasas.
“El problema que existe en la zona es la accesibilidad. Hay muchas empresas que tienen balones de oxígeno y otro tipo de productos para abastecer a los hospitales localizados en Loreto, pero no tienen cómo hacerlo porque hay varias restricciones. Empezando porque hay un toque de queda que restringe la circulación del transporte las carreteras y por lo tanto los camiones tienen dificultades para poder llegar a estos puntos. Además, la única manera de llegar a Iquitos es vía aérea y hoy no hay esa oferta. No hay suficiente oferta. Entonces los equipos están en espera y por eso hay desabastecimiento”, asegura Mario Mongilardi, vocero de la Cámara de Comercio de Lima en temas de Salud.
Además, Mongilardi sostiene que la asistencia de oxígeno mediante balones es un sistema desfasado en los sistemas de salud más modernos del mundo.
“En el mundo ya no se usan los balones de oxígeno. Estamos hablando que generalmente hay un gran tanque de oxígeno o hay plantas de oxígeno en los hospitales que es distribuido a través de tuberías en todo el hospital”, señala Mongilardi.
En ese sentido, surge un problema adicional no solo para Loreto, sino también para todo el país: nuestro parque de balones de oxígeno no alcanzará para satisfacer la demanda de quienes necesitan la asistencia de este recurso para luchar contra el Covid-19.
“En el Perú existía un parque de balones para poder abastecer adecuadamente la demanda normal que había, pero esta ha crecido exponencialmente y el Perú no tiene el parque de balones para abastecer esa demanda. Entonces se tiene que salir a comprar. Entiendo que hay alguna fabricación local y se está importando, pero también estamos compitiendo con otros países para adquirir estos balones”, señala Mongilardi.
Hace dos días, el Ministerio de Salud envió un avión con 60 balones de oxígeno, que ayudarán a salvar vidas de pacientes loretanos, pero que quizás resulte insuficiente para salvar a otras personas, que luego serán enterradas en el cementerio de San Juan Bautista.
Cada mañana, en Loreto amanece primero que en Lima. Cada mañana, el equipo de Ray Fernández recibirá decenas de llamadas para trasladar cadáveres. Más médicos se infectarán de Covid-19 y decenas de pacientes necesitarán un balón de oxígeno. Cada mañana, despertaremos deseando que acabe toda esta pesadilla.