José Antonio Olaechea
José Antonio Olaechea

Carmela loayza arenas
carmela.loayza@diariogestion.com.pe

Julio Lira Segura
jlira@diariogestion.com.pe

Al interior de un estudio de abogados que guarda muchos recuerdos también hay evidencia de la apuesta por el futuro. José Antonio Olaechea —miembro de la familia que forma parte de la firma— considera que una de las características que mantuvieron en 140 años es la vocación por el Perú y por sus clientes. Remarca que muchos de los cuales los acompañan desde hace un siglo.

“En los primeros 50 años primó el forjar el ‘ethos’, la identidad. Las líneas que han marcado el camino sobre el cual el estudio se fue construyendo e innovando. Los valores se han mantenido permanentes en el tiempo”, afirma.

¿Qué ha cambiado en el ejercicio del Derecho en todos estos años?
Solo imaginen que cuando empezó el estudio no había Código de Comercio y hemos pasado de la mensajería a caballo a enviarla directamente a los smartphones.

El estudio pasó por muchos cambios y la constante siempre fue innovar y actualizarnos.

Usted tiene 33 años de labor en el estudio, ¿cuáles son las diferencias entre un abogado de antes y uno de ahora?
Hace 30 años cuando un abogado ingresaba al estudio se le asignaba una oficina, una secretaria y determinados clientes. Su labor era muy transversal y terminaba viendo varios temas del mismo cliente. Hoy el abogado debe tener un conocimiento absoluto de la tecnología, ser bilingüe, pues el nivel de negocios obliga a que el abogado tenga soft skills.

¿Antes era un todista?
Sí. En cambio hoy requiere más especialización con el negocio específico del cliente, para ofrecer una relación en la cual el cliente se sienta plenamente apoyado.

El nivel de especialización del cliente aumentó y ahora el abogado no solo debe conocer su especialidad (tributaria, comercial, laboral), sino también la industria a la cual va a asesorar y puede apoyarse en el resto de áreas para un mejor trabajo.

A diferencia de hace 40 años, hoy hay muchas firmas de abogados...
La competencia nos ha hecho mejores a todos, nos ha hecho innovar. La economía creció en estos años y eso dio espacio para que las empresas tengan nuevas necesidades y requieran de mayor apoyo. El estudio se precia de haber sido formador de profesionales. Hoy muchos de sus exmiembros son parte de otros estudios.

Internacionalización

¿Cómo afrontar la expansión internacional que significó para otros estudios asociarse con firmas extranjeras?
La estructura que tenemos hoy está basada en la independencia.
Empezamos a internacionalizamos hace varios años -en la década del 70-, pero decidimos apostar a relaciones a través de networks en los cuales compartimos información de lo que se vivía en otros mercados, incluso antes de que sucediera en el Perú. Por eso optamos tempranamente por la innovación.

¿Por qué no se asociaron directamente con una firma?
Nuestro modelo tiene como virtud la independencia y esta es muy importante en el ejercicio de la profesión.

El modelo de pertenecer a un estudio internacional es muy respetable, pero optamos por ser miembro de las cinco organizaciones de firmas de abogados independientes más respetables, según Chambers & Legal.

¿Qué tan importante es la independencia?
En 1997 tuvimos una invitación para ser parte de Andersen Tax & Legal y la rechazamos por el principio de independencia. Ellos se expandieron por todo el mundo, pero cayeron por el caso Enron. Para nosotros el error fue su pérdida de independencia. Ellos estaban sentados del lado de la auditoría y también en el consejo legal de la firma.

Entonces, ¿los hechos les dieron la razón?
Estuve presente en la reunión donde rechazamos la invitación. Lo vi como un tema filosófico y de principios, pero no pensé que lo que iba a ocurrir sucediera cuatro años después de rechazar la oferta.

¿Cómo se benefician los clientes con este modelo?
El beneficio es poder otorgarle lo mejor a los clientes. Así cuando piden consejo legal en Colombia, podemos ofrecerle un estudio que le brinde la mejor asesoría sin ningún condicionamiento. Y si tienen un conflicto de interés se lo van a decir.

Futuro

¿Hacia dónde va el estudio?
A mí me gustaría ver que en treinta años seguimos siendo una firma capaz de mantener una misma línea, con una visión de alto profesionalismo y estricto cumplimiento de los cánones del ejercicio correcto de la profesión, pero atendiendo asuntos sofisticados.

¿Cómo se puede lograr este mix en los próximos 30 años?
El manejo de los temas más sencillos va a estar entregado a la inteligencia artificial. Lo que antes eran trabajos complejos y de mucha dedicación, como un due diligence, con los cambios que se están produciendo hoy se podrán hacer con la inteligencia artificial que analiza el 80% de la información con un 90% de precisión.
Por ejemplo, antes se tenían que revisar muchas licencias o permisos y muy pronto esto se realizará con un programa que emitirá un reporte y que seguramente quedará en manos de técnicos del Derecho y permitirá abaratar los costos de las transacciones.

En ese escenario, ¿cuál será la función del abogado?
Los abogados verán la interpretación de la data, y se centrarán en temas más sofisticados y complejos. Para ello requerirán mayor preparación y deseo de innovación.

Un abogado es un interprete del Derecho y eso no va a cambiar, la inteligencia artificial va a traer información a la mesa, pero no va a reemplazarlo.

¿Cómo debería ser la enseñanza en las universidades para el futuro?
Deben exigir competencias, es decir, conocimientos. Esto debe ser visto desde la contribución al desarrollo del país, la correcta explicación del conflicto de interés y las prácticas prohibidas para un abogado. Competencia con conocimiento de deontología.

¿Cuál es el riesgo de una mala preparación?
No exigir competencia hace que la práctica profesional se desprestigie.
El abogado maneja las leyes. Si no las conoce bien no las va a transmitir bien y luego hará lo posible para solucionar los problemas de su cliente de cualquier manera. Eso es el inicio de los problemas.

“Los tribunales de ética deben cumplir su función”

Imposible conversar con un hombre de Derecho y no preguntarle si considera que, dado el contexto actual, los abogados tienen una deuda con el país.

“Creo que decir lo contrario es imposible. Es innegable que los abogados tenemos que hacer un mea culpa. Toda actividad humana tiene un lado económico y un lado legal, hasta las más triviales como subir a un micro y pagar el pasaje tiene un contrato de transporte atrás”, responde inmediatamente José Antonio Olaechea.

Nos recuerda que todos los casos de corrupción detectados son conductas que no han sucedido en el aire, sino que se han dado arropadas en licitaciones, contratos que han tenido abogados atrás “y muy buenos”, precisa.

“Algunos han quedado expuestos a la luz del sol y están en problemas mayores, pero hay muchos que están en silencio con muchas otras personas que han participado en estas inconductas”.

Para Olaechea es necesario realizar la figura de los colegios de abogados y sobre todo de sus tribunales de ética, los cuales deben ejercer una labor real como sucede con las barras de abogados del mundo.

“Una de las mayores sanciones que puede tener un abogado en cualquier jurisdicción es que la barra lo suspenda o lo expulse, quiere decir que a lo que uno le ha dedicado su carrera, su vida, puede encontrarse en peligro si es que las barras cumplen su función”.

Aclara que el Colegio de Abogados debería tener un rol más activo y cumplir con su función fundamental, que es ejercer un control.