En Perú hay una “especie de semilla de violencia” que no tiene explicación. Y eso es lo que ha buscado retratar la cineasta Melina León en “Canción sin nombre”, su ópera prima y con la que aspira a conseguir el Goya a mejor filme iberoamericano.
“La película nos interpela, nos hace preguntas, en general, como seres humanos, más allá de todo lo particular que es la brutal violencia en contra la mujer y contra el indígena, y contra los homosexuales que hay en el Perú”, explica León.
Pero más allá de eso, continúa, hay “algo más universal”, es esa “especie de semilla de violencia, que no tiene explicación”, como se refleja en una película basada en hechos reales, que cuenta la historia de Georgina, una joven ayacuchana cuyo bebé desaparece en el hospital en el que ha dado a luz.
Es la protagonista de una película que también transita por el terrorismo de Sendero Luminoso -la acción se sitúa en mediados de los ochenta-, por la pobreza, por la emigración y por la homofobia.
Pero León quiso centrarse “en la persona más frágil” de las que aparecen en la película, que es Georgina, porque en ella se reúnen varios de los colectivos más afectados por esa violencia latente en Perú, que continúa, aunque los hechos narrados se desarrollen hace casi cuarenta años.
“Ser mujer en Perú es terriblemente complicado, hay tasas espantosas de desapariciones, es uno de los peores países para las mujeres”, explica la realizadora, que también resalta las dificultades para las poblaciones indígenas y los desplazados.
Y ella es mujer, migrante de Ayacucho que ha llegado a Lima huyendo de la guerra entre Sendero Luminoso y el estado. Es una víctima de “un aparato cruel e ineficiente, de la corrupción”.
En la última década se han realizado “muchos esfuerzos por cambiar, por reivindicar a las mujeres”, reconoce León, que asegura que la situación no es buena, pero es mejor y, entre los aspectos que han mejorado, señaló que hay un mayor reconocimiento del quechua.
“Canción sin nombre” es un ejemplo de ello. Mezcla quechua y castellano. Pero “la montaña por subir es muy grande”, las víctimas de la violencia siguen, cada día asesinan a mujeres y las que más sufren son las que menos recursos tienen.
Problemas que refleja en su película porque ella, como cineasta, cree que “un artista, que conoce cómo funciona su país, reacciona de forma natural”. Es más que una obligación, “es simplemente un inmenso deseo que podamos cambiar” y el cine ayuda en la labor de tomar conciencia.
En su caso, León quería hablar “de la memoria y de la conciencia de la realidad” y lo hace a través de una historia cruda y realista, pero con elementos estéticos muy buscados con la idea de contar la violencia, pero no mostrarla.
“Queríamos darle al espectador la posibilidad de respirar, de ver dónde sitúa su mirada, de completar la historia”, precisó.
Para contar esta historia, la cineasta buscó a intérpretes noveles, como Pamela Mendoza (Georgina), que dota al personaje de una fragilidad a la vez que una determinación asombrosa.
Es uno de los grandes aciertos de una película que comenzó su carrera internacional en el Festival de Cannes del 2019 y que desde entonces ha ganado premios en certámenes como los de Boston, Denver, La Habana o el Iberoamericano de Huelva, donde se llevó el Colón de Oro. Y ahora está entre los cuatro títulos nominados al Goya a mejor película iberoamericana.
“Estos reconocimientos avalan que tomaste el buen camino. No son importantes por el dinero o el prestigio, sino para confirmar que estás en el buen camino”.
En el caso del Goya, se muestra especialmente emocionada por compartir nominación con el chileno Patricio Guzmán -candidato por “La cordillera de los sueños”-, “un referente para todos y un héroe del cine latinoamericano”.
Por eso se muestra triste cuando se refiere al hecho de que la Academia de Cine ha decidido eliminar la presencialidad en la entrega de los galardones a mejor película iberoamericana y mejor película europea en la próxima gala de los Goya del día 12 de febrero en Valencia.
“Los directores y productores de las cuatro películas hemos mandado una carta a la Academia pidiendo que reconsideren esta decisión”, dijo León, que ha decidido no cancelar su viaje a España, con la confianza en que finalmente podrá asistir a la gala.