De ocurrir un sismo de gran magnitud o algún fenómeno climático que altere significativamente la disponibilidad de agua (sequías y/o inundaciones), existe una alta probabilidad de que en los próximos diez o 15 años se produzca una crisis hídrica en la capital peruana.
Frente a esa posibilidad, un estudio del Fondo de Agua para Lima y Callao (Aquafondo) advierte que dicha problemática se convierte en una amenaza silenciosa para el desarrollo económico de Lima que, al concentrar un 44% del PBI nacional, enfrenta riesgos significativos que pueden impactar en el normal abastecimiento de agua para el tejido productivo.
En el caso puntual del impacto por distritos, Ate –con más de 27 millones de metros cúbicos de consumo de agua– encabeza la lista de 11 distritos que enfrenta un nivel de riesgo alto ante una posible escasez de agua como consecuencia de una crisis hídrica en Lima. Completan la lista San Juan de Lurigancho, Callao, Lima, Surco, Miraflores, San Isidro, Santa Anita, La Molina, Carabayllo y San Martín de Porres.
Según Aquafondo, estos distritos con alto riesgo hídrico concentran casi el 70% del consumo total de agua por toda fuente de abastecimiento (Sedapal y aguas subterráneas).
A diferencia de estas 11 jurisdicciones, Santa María del Mar y Punta Negra –en el sur chico– no presentan riesgo alguno de producirse una crisis hídrica, mientras que La Perla, Barranco, Santa Rosa, San Bartolo, Punta Hermosa, Pucusana y La Punta figuran entre los distritos que enfrentan un riesgo bajo.
Impacto latente
Para estimar el impacto en las cadenas productivas o ramas de producción, las proyecciones de Aquafondo suponen que la oferta disponible de agua para la producción se reducirá en un 30%.
De materializarse esa disminución, las consecuencias en el valor total de producción y en el empleo saltan a la vista. Y, mientras el rubro ‘servicios de electricidad, gas y agua’ encabeza el ranking por su impacto en términos de producción (-20.66%), si solo se contabilizan los empleos perdidos, el rubro de ‘servicios de administración pública / defensa’ se coloca a la cabeza con 2,792 puestos de trabajo menos.
Le siguen los ‘servicios de educación’ con 2,632 empleos perdidos, ‘electricidad, gas y agua’ con 2,440, y ‘alojamiento y restaurantes’ con 2,150.
Entre los 14 rubros de producción de alto impacto totalizan 16,243 empleos perdidos. A estos se suman 5,823 puestos de trabajo perdidos en 19 rubros de producción considerados como de impacto medio y 5,595 empleos perdidos en 11 rubros de producción catalogados como de impacto bajo.
En líneas generales, el impacto potencial estimado en el valor de la producción total de la ciudad ascendería a -2.22%. Desagregando por fuente de abastecimiento, el impacto atribuible a la menor oferta de Sedapal equivaldría a -0.32% del valor de producción total, y en el caso del agua subterránea a -1.90%.
Por el lado de las ramas de producción, el nivel de riesgo hídrico ha sido determinado por el consumo total de agua y son 18 actividades las que figuran entre las de riesgo alto.
Además de captación, tratamiento y distribución de agua –que encabeza la lista por obvias razones–, los servicios de educación y la producción de bebidas también figuran entre los más afectados, al igual que textiles, agricultura, ganadería y caza.
Aporte al privado
Tomando en cuenta esos resultados, Mariella Sánchez, directora ejecutiva de Aquafondo, considera que este estudio permitirá que el sector privado tome acciones responsables frente a una problemática que continúa latente en un país, que es considerado de alto riesgo sísmico.
“El sector privado debe tomar conciencia y preocuparse por saber y analizar cuán dependientes son del recurso agua y revisar qué pasaría con sus operaciones si no tuvieran agua. Por ello, promovemos que las empresas midan su huella hídrica porque junto con los resultados de este estudio podrán tomar acciones responsables, prever ganancias o pérdidas económicas, ejecutar sus propios planes de contingencia y mirar con optimismo el futuro”, afirma.
Mientras que desde la Sunass no dudan en alertar que debido a que Lima no va a tener nuevas fuentes de agua potable durante los próximos cinco años, lo que implicaría una reducción del abastecimiento de por lo menos seis u ocho horas diarias, resulta necesario que se tomen acciones al respecto, más aun cuando el estudio de Aquafondo expone claramente las consecuencias que se podrían enfrentar.
Para hacer frente a la recomendación de la Sunass, Mariella Sánchez, sostiene que en Aquafondo han desarrollado un portafolio de proyectos de inversión para el sector privado, tanto para la zona urbana como para zona rural, encaminados a gestionar el reuso de aguas tratadas y disminuir el consumo de agua potable.
“En algunos sectores económicos, las empresas con mayor responsabilidad ya toman especial atención porque podrían sufrir pérdidas millonarias al parar la producción debido a la escasez de agua o al deterioro de la calidad del agua que consumen. Pero, los sectores menos afectados aún no logran ver lo importante del recurso para su funcionamiento, y no entienden que ningún comercio o empresa de servicios podría funcionar adecuadamente si no contaran con agua en sus instalaciones”, subraya.