Abogado, ex Defensor del Pueblo
Los hechos difundidos desde las primeras horas del día lunes, cuando conocimos los primeros resultados de una enjundiosa investigación que ha venido conduciendo desde hace varios meses la Fiscal Marita Barreto y su equipo especializado sobre la corrupción en el poder, incluido el personal policial altamente calificado como el Coronel Harvey Colchado, han impactado en la línea de flotación de una coalición mafiosa. Y si bien esta última tiene su epicentro en el Congreso de la República, extiende sus redes a otros sectores del Estado. Incluso trasciende al ámbito privado, con alcances que aún se desconocen en su exacta dimensión.
Es por esa razón que el escándalo desatado no se limita a una severa crisis en el Ministerio público, sino que da cuenta de una profunda descomposición en el aparato estatal, capturado hoy por organizaciones carentes de toda propuesta programática, ideológica o doctrinaria. En este orden caótico proliferan más bien apetitos personales o de grupo, así como intereses subalternos abiertamente mafiosos y hasta coludidos con organizaciones criminales.
La hediondez y magnitud del destape sólo se explica por la extrema degradación de la política en el Perú, donde sus protagonistas hacen exhibición, sin el menor pudor, de su capacidad para mentir y desdeñar escrúpulos, valores o cualquier sentido ético. Siempre de espaldas a la ciudadanía, que los descalifica en cada encuesta de opinión de la manera más extrema. Aun así, intentan aferrarse al poder beneficiándose descaradamente del mismo, mientras adoptan todas las medidas que les permitan continuar en esta condición, mínimamente, hasta el año 2026.
Pese a todo esto, la valentía de una Fiscal –la misma que encabezó las investigaciones contra el ex presidente golpista Pedro Castillo y de las que ahora pretende jactarse la Sra. Patricia Benavides– nos ha develado una parte importante de esa amplia red mafiosa, identificando nítidamente a varios de sus operadores. Hoy resulta impostergable apartar a la todavía Fiscal de la Nación de esa función y posibilitar la reconducción de esta institución, que es clave en la tarea a emprender contra la criminalidad y la corrupción desatadas. Aunque este será solamente el primer paso.
Si de algo podemos sentirnos orgullos peruanos y peruanas es de la fibra moral que subyace en nuestro pueblo, puesta en evidencia en diferentes momentos de nuestra historia. Es a esa fibra a la que nos toca apelar en las actuales circunstancias, para recuperar el país del abismo al que ha sido conducido por los mercaderes de la política. Corresponde ahora una decidida acción ciudadana orientada a reconstruir la institucionalidad democrática sobre la base de los valores y principios que la sustentan, lo que claramente demanda un adelanto de las elecciones generales.
Algunos, con razón, han recordado en estas horas el efecto demoledor que tuvo en el régimen profundamente corrupto y autoritario de Alberto Fujimori, la exhibición del primer vladivideo. No fue necesario entonces mostrar los cientos de videos de los que se tuvo conocimiento después. El desmoronamiento de ese nefasto régimen comenzó aquella noche del 14 de septiembre del año 2000, así como la madrugada de este lunes ha dado inicio al derrumbe de la coalición perversa que todavía nos gobierna.