Violeta Orozco – CEO de Konecta Perú
Los jóvenes son, tal vez, el segmento más vulnerable de toda la población económicamente activa. El acceso al empleo formal se ve limitado por la ausencia de experiencia y calificación, horarios acotados por sus estudios. Esta situación se agrava por la falta de políticas públicas claras que favorezcan la promoción del empleo para nuestros jóvenes.
De acuerdo con el Informe Anual de Empleo Juvenil 2020 del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, la tasa de ocupación juvenil en América Latina bajó de 40.3% a 34.2% de 2016 a 2020, principalmente por la pandemia de la cual aún no nos recuperamos del todo. Y es en países con una alta informalidad, como el caso peruano, donde se sintió en mayor medida.
La mayor parte del empleo juvenil se centra en empresas privadas, siendo uno de los sectores que más trabajo genera para ellos es el de Contact Center formales con 70 mil puestos. El 70% de este grupo son jóvenes de sectores C y D.
Cada empleo juvenil genera un efecto positivo dentro de las familias. Al estar empleados formalmente no solo obtienen un sueldo acorde al mercado que ayuda con la canasta básica familiar, pago de servicios u otros, sino que genera orgullo porque muchos de los padres lamentablemente no pudieron acabar con primaria, secundaria o trabajar en la formalidad, pues son emprendedores o trabajadores del sector informal.
Por tanto, iniciativas legislativas, como la ley N° 3131, que intentan prohibir que las empresas puedan contratar y tercerizar servicios de telemercadeo, es negarles la posibilidad directamente de trabajar y progresar, así como indirectamente a las familias de tener un sustento económico en sus hogares.
El pronóstico no es bueno. De esos 70,000 empleos de los que comenté antes, podrían perderse más de 30,000 de un día para otro, al encontrarse en actividades directamente relacionadas a telemercadeo. Lejos de buscar formas de generar nuevas alternativas para ellos, damos a entender que quisiéramos dificultar su situación.
Nadie está en contra de la regulación, pero existen mejores maneras que permitan que consumidores, jóvenes y empresas, puedan trabajar de manera más armónica y sin afectar la capacidad y libertad de los usuarios de decidir si desean o no optar por mejores ofertas que le beneficien.
Por ejemplo, hay más de 7 millones de personas accediendo a portabilidad de sus celulares, muchas veces con mejores tarifas o promociones especiales, gracias a ese contacto que reciben de miles de jóvenes.
Espero que exista mayor reflexión al respecto porque el empleo joven no puede ni debe parar. Ellos son uno de los motores del país y debemos animarlos a ser cada vez más competitivos y empleables para alcanzar sus sueños.