El año pasado, Sudamérica perdió 20,000 km2 de bosque primario tropical –área equivalente a El Salvador–. Estas zonas albergan altos niveles de biodiversidad y capturan y almacenan carbono de modo más eficiente que cualquier otro ecosistema. Desde el 2001, el subcontinente ha perdido 30% de su bosque primario. Sin embargo, hay motivos para el optimismo: la deforestación del 2023 representa una reducción de 23% respecto del 2022. Las cifras son de Global Forest Watch (GFW).
Brasil y Colombia son los que más hicieron para frenar la deforestación, coincidiendo con la investidura de sus presidentes proambiente, Lula da Silva y Gustavo Petro. Hay que hacer mucho más para proteger la Amazonía, pero es alentador que la voluntad política haya conseguido mucho en tan poco tiempo. Si bien Brasil perdió 11,000 km2 de bosque primario el año pasado –equivalente al tamaño de Jamaica–, más que cualquier otro país, esa superficie representa una disminución de 36% respecto del 2022.
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En junio, Lula prometió ponerle fin a la deforestación de la Amazonía brasileña para el 2030 y revertir medidas contra el medio ambiente aplicadas por su antecesor, Jair Bolsonaro. Una parte de su plan es reconocer nuevos territorios indígenas a fin de otorgarles protección legal frente a mineros y taladores ilegales. Las tierras indígenas tienden a sufrir mucha menos deforestación que las privadas. Desde enero del 2023, se han reconocido ocho nuevos territorios, con lo que ahora suman 498, pero hay unos 200 en proceso.
Lula también ha potenciado la aplicación de la ley –durante el régimen de Bolsonaro, los delitos ambientales solían ser pasados por alto–. Las nuevas tecnologías están ayudando. La Policía Federal usa imágenes diarias recogidas por la empresa satelital estadounidense Planet y procesadas por la firma tecnológica brasileña SCCON, para detectar deforestación y rastrear actividades ilegales en tiempo real. Según datos oficiales, se han emitido más de 140 órdenes de arresto e incautado más de US$ 3,100 millones.
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Aunque la campaña antideforestación de Lula tuvo un buen comienzo, parece estar flaqueando. Huelgas de empleados públicos están dificultando la tarea. Luego de contundentes operativos para expulsar mineros auríferos ilegales de Yanomami, el mayor territorio indígena brasileño, a inicios del 2023, muchos han regresado. El Ejército habría reducido sus operaciones en la zona desde mediados del año pasado.
El otro nuevo defensor de la Amazonía es Petro. Según GFW, la pérdida de bosque primario en Colombia se redujo 49% (660 km2) el 2023, respecto del 2022. Cuando asumió la presidencia, Petro anunció medidas para frenar la deforestación, como el pago a pobladores para evitar la tala. También han participado otros actores. En mayo del 2022, el grupo guerrillero Estado Mayor Central (EMC), que controla secciones amazónicas del país, anunció que aplicaría su propia prohibición y una multa de US$ 250 por cada hectárea talada.
Según el canal de noticias Al Jazeera, un vocero de EMC afirma que la motivación es puramente ambiental, pero algunos ven ese interés como baza de negociación con el Gobierno. El futuro de los bosques colombianos es altamente dependiente de la relación del Estado con este y otros grupos armados; la deforestación aumentó luego que EMC emergió como nuevo grupo rebelde, el 2016.
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Pero la política interna no es la única impulsora. Países ricos como Alemania, Noruega y Reino Unido están contribuyendo crecientemente con proyectos como Fondo Amazonía, una iniciativa por US$ 1,000 millones que ofrece incentivos financieros a países sudamericanos que detienen o ralentizan la deforestación.
A su vez, el Reglamento sobre Deforestación de la Unión Europea dispone que, para fines del 2024, empresas que comercien con siete commodities específicos deberán probar que sus bienes no provienen de tierras recientemente deforestadas. Muchas empresas privadas están adoptando voluntariamente medidas que aseguren que no son cómplices de tala ilegal en ningún punto de su cadena de suministro.
No todas son buenas noticias. En Bolivia, la pérdida de bosque primario creció 27% el 2023, equivalente a 5,000 m2, la tercera mayor extensión entre países tropicales –casi tanto como República Democrática del Congo y mucho más que Indonesia, pese a que posee menos de la mitad de área boscosa que estos países–. La mayor parte de la merma fue por incendios forestales, los que suelen ser provocados por humanos para obtener tierra cultivable.
Lula y Petro han presionado a otros líderes sudamericanos para que adopten políticas más ecológicas. En agosto del 2023, los ocho países amazónicos firmaron una declaración para ponerle fin a la deforestación y evitar que se llegue a un “punto de inflexión” –nivel de destrucción a partir del cual la selva no pueda sostenerse por sí sola y empiece a degenerarse–. Cifras preliminares de enero y febrero del 2024, comparadas con las del 2023, muestran más disminución de la deforestación en la Amazonía. Con suerte, podría ser el inicio.
Traducido por Antonio Yonz Martínez.
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