Escribe: Mauricio Guzmán, Head de Estrategia de Inversión de SURA Investments.
El mercado bursátil es un universo caracterizado por la incertidumbre y la volatilidad, y pese a que los especialistas e investigadores elaboran rigurosos análisis y predicciones de las tendencias financieras, existen factores económicos, políticos y sociales impredecibles que, de un momento a otro, pueden cambiar el rumbo de la bolsa de valores y de los instrumentos de inversión.
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Entonces, ¿cómo proteger nuestro patrimonio si es imposible controlar lo que pasa a nuestro alrededor? La respuesta es clara: diversificación del portafolio. Esta estrategia financiera nos protege de perder gran parte del capital invertido en un abrir y cerrar de ojos, y consiste en distribuir nuestra inversión en múltiples clases de activos y productos, que se comportan de forma distinta ante los eventos económicos y políticos. Así, si nuestra inversión “A” no viene rindiendo como esperábamos, aún tenemos “B” y “C”, que pueden estar reaccionando de forma positiva, tener mejores perspectivas e incluso convertirse en la fuente para financiar una nueva inversión en los activos que han caído de precio.
A continuación, explico tres clases de activos que recomiendo tomar en consideración:
Renta fija: son las inversiones con un alto grado de predictibilidad y regularidad en los flujos de caja y rendimientos que generan, pese a que no están exentos de fluctuaciones de precio; y por ello, es uno de los instrumentos preferidos para construir la canasta de inversión. Dentro de este grupo encontramos los bonos de gobierno o los bonos corporativos, es decir, los “préstamos” que uno puede realizar a estas instituciones para obtener una tasa de interés como retorno.
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Renta variable: es la inversión que se hace al comprar parte de las acciones de una empresa. Esta herramienta tiene el potencial de dar buenos rendimientos si el valor de las compañías crece y logran aumentar las utilidades y dividendos que generan. Es decir, si elegimos invertir en empresas que poseen un buen desempeño y perspectivas en el mercado o cuyos sectores (minería, construcción, tecnología, entre otros) están siendo cada vez más apetecidos por los inversionistas.
Activos alternativos: aquí podemos encontrar los fondos de real estate, deuda privada e infraestructura, con los que se busca mayor diversificación, aminorar la volatilidad y dar un impulso a los rendimientos de las inversiones en el largo plazo. Este tipo de activos es interesante para aquellos inversores que buscan ir más allá de instrumentos tradicionales, que tienen tolerancia para invertir a largo plazo, y que quieren apostar por sumar nuevas opciones a su cartera, dependiendo de su perfil y objetivos en el corto y largo plazo.
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Diversificar el portafolio no solo nos ayuda a maximizar el valor de nuestro portafolio de inversiones, sino también a proteger nuestro patrimonio de contingencias. Gracias a que existe una amplia variedad de clases de activos e instrumentos en los que podemos invertir, podemos optar, de la mano de un asesor financiero experto, por aquellos que consideremos podrían brindarnos los mejores rendimientos posibles en relación a su riesgo y así disfrutar de los beneficios de acuerdo a nuestro horizonte y objetivos preestablecidos.
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