Escribe: Galantino Gallo, CEO de Prima AFP
Las múltiples crisis que el país ha enfrentado desde el 2016, que fueron desde de lo político, lo sanitario y hasta lo climático, han hecho que nuestra economía no se expanda con la potencia que demostró a comienzos de este siglo. De hecho, en el 2023 tocamos fondo, con la primera contracción de nuestro PBI en lo que va del milenio (sin contar el 2020) y con la pobreza rozando niveles de hace 13 años. En este tiempo, además, la constante, en términos regulatorios, ha sido la implementación de normas antitécnicas y el choque frecuente entre poderes del Estado.
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El 2024, sin embargo, deja espacio para el optimismo. Aunque aún no hemos terminado de recuperar las fortalezas de antaño, el país ha dado señales, no solo de que puede levantar la cabeza después de un año complicado, sino también de que puede emprender cambios importantes en beneficio de los peruanos. Es el caso, por ejemplo, del sistema previsional.
Si bien en abril este sufrió el revés de un séptimo retiro de los fondos de pensiones, una medida que ha perjudicado el ahorro para la jubilación de miles de peruanos, poco después el Congreso aprobó la ley de reforma del sistema previsional. Una norma que supone un buen primer paso hacia un modelo de seguridad social más robusto y que responde a la urgencia de refrescar un régimen que, en los 30 años desde su incepción, había experimentado pocos cambios. Se trató, asimismo, de un hecho que demostró que nuestras autoridades sí tienen la capacidad de promover políticas públicas para mejorar la vida de los ciudadanos.
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Y, aunque, como hemos dicho en más de una oportunidad desde este espacio, todavía hay mucho por hacer en la ruta a un sistema de pensiones más inclusivo y fuerte, lo que se ha logrado no es poco. Para empezar, la instauración de una pensión mínima como incentivo y reconocimiento a la frecuencia de los aportes es una medida importantísima que mejorará la calidad de la jubilación de miles de personas y, además, fomentará la participación en el sistema. De igual manera, la apertura a más competidores en el sector impulsará la calidad de la oferta y la innovación, con la posibilidad de que afloren servicios más especializados en línea con las demandas de los afiliados. Y a esto se suman las comisiones por desempeño, algo que los usuarios exigen desde hace mucho.
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Pero, así como el inicio del camino hacia un sistema de pensiones más sólido nos ha dado razones para ser optimistas en el 2024, también lo hacen las circunstancias económicas por las que estamos pasando. Para empezar, se prevé que vamos a crecer por encima del 3% este año, luego de habernos contraído 0.4% el año pasado. En el campo internacional, la Reserva Federal de Estados Unidos ha bajado las tasas de interés, lo que podría vigorizar la inversión de ese país en economías emergentes como la nuestra (aunque siempre hay que tener un ojo puesto en el impacto que pueda tener la nueva administración a partir del 20 de enero). De igual manera, los precios de los metales permanecen altos, una excelente noticia para un país con nuestra fortaleza minera. Además, gracias a nuestra política monetaria, el sol se ha mantenido sólido en comparación con otras monedas de la región y la inflación permanece controlada.
Asimismo, grandes proyectos como el recientemente inaugurado megapuerto de Chancay y el del nuevo aeropuerto Jorge Chávez prometen abrir las puertas a todavía más inversión y comercio.
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Y es bueno que entremos al 2025 con mejores perspectivas de las que teníamos el año pasado. Es bueno, además, que recuperemos algo de estabilidad, a pesar de que todavía estamos muy lejos de la que necesitamos para crecer con aún más fuerza. Pero es fundamental que los números positivos, luego de un 2023 en rojo, no los sintamos como suficientes. Necesitamos más inversión privada y más interés de nuestras autoridades por atraerla, con disciplina, predictibilidad y lucha contra males, como la inseguridad ciudadana, que mantienen a los peruanos preocupados.
El que viene es un año preelectoral y, por ende, una oportunidad única para reflexionar sobre lo que queremos lograr como país y dejarle claro a quienes aspiren a liderarnos cuáles son nuestras expectativas. Y, la verdad, no hay mucho misterio: Necesitamos consolidar las condiciones para seguir creciendo, seguir reduciendo la pobreza y, al mismo tiempo, mejorar la calidad de los servicios públicos y ampliar su cobertura. Eso es lo indispensable para procurarle bienestar al país y sé que podemos lograrlo.
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