Presidente de Empresarios por la Integridad
Somos uno de los países que más creció y generó recursos públicos en los últimos 30 años, logrando una estabilidad macroeconómica admirable. Esto contrasta con el cierre de las brechas sociales en anemia infantil, educación, salud, agua, saneamiento e infraestructura que no ha avanzado lo suficiente para generar desarrollo y bienestar. Un estudio de Ipsos de abril de este año muestra que la población considera que la corrupción es el principal problema del país, por encima de la delincuencia e inseguridad.
La corrupción no es un problema nuevo y, lamentablemente, sigue avanzando. Lo que sí es relativamente nuevo es conocer con detalles, a través de investigaciones fiscales y periodísticas, cómo esta opera. Presidentes, gobernadores regionales, alcaldes y congresistas traicionan el mandato popular; los funcionarios públicos no cumplen su rol de servicio a la población; y empresarios corruptos, que pasan a ser delincuentes, se desvían de los principios y valores de hacer empresa ética y responsablemente.
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Nos indignamos y deslindamos, pero no es suficiente. Hay que hacer algo al respecto. El sector empresarial puede y debe jugar un rol de liderazgo en el combate a la corrupción. Desde Empresarios por la Integridad, estamos trabajando en cuatro frentes con acciones concretas. Primero, articular iniciativas de integridad entre sectores privado, público, academia, sociedad civil y cooperación internacional. Segundo, promover una cultura de integridad en las empresas mediante la implementación de modelos de prevención de corrupción para luego certificarlos con independencia. Una vez certificadas, apoyamos a las grandes empresas para extender estos programas a las pymes de su cadena de valor. Tercero, tener incidencia política para que el sector público haga su parte y se den las reformas necesarias. Lo venimos haciendo con la Contraloría General de la República, Secretaría de Integridad Pública, OSCE, CAN Anticorrupción, entre otras. Finalmente, activar a las empresas como agente de cambio cultural en el país, a través de sus líderes, sus trabajadores y los de las empresas pymes en su cadena de valor, para escalar una acción colectiva y comenzar a revertir este flagelo.
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Desde cada empresa, promovamos la integridad y aportemos a la lucha contra la corrupción. Lideremos con el ejemplo para que nuestro país pueda lograr el desarrollo que todos anhelamos.
Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor.
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