Escribe: Jaime Dupuy, director ejecutivo de ComexPerú
El Valle Sagrado de los Incas, en Urubamba, es un ícono cultural y turístico del Perú. Hoy se encuentra amenazado por una propuesta de actualización del Plan de Desarrollo Urbano (PDU) que, lejos de impulsar el desarrollo sostenible, pone en riesgo un territorio invaluable desde los puntos de vista cultural, ecológico y económico.
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Resulta difícil comprender cómo una decisión tan corta de vista ha llegado a considerarse. El PDU, elaborado por la Municipalidad Provincial de Urubamba, propone la creación de zonas de desarrollo residencial, comercial, industriales, de equipamiento urbano y de transporte, como parte de un plan vinculado a la próxima apertura del Aeropuerto Internacional de Chinchero. El objetivo declarado es permitir la construcción de grandes edificaciones y megaproyectos que atraigan inversión privada, con proyección al año 2034.
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Seamos claros: esta iniciativa pone en juego el equilibrio que ha sostenido el Valle Sagrado por siglos, priorizando un desarrollo inmobiliario agresivo que amenaza su esencia y su sostenibilidad. En lugar de garantizar un desarrollo equilibrado, se promueven iniciativas que responden únicamente a intereses que ni siquiera pueden llamarse comerciales, sino mercantilistas.
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El actual PDU, aprobado en el 2009 con criterios técnicos, limita las construcciones a tres niveles (nueve metros de altura) en zonas puntuales para garantizar este equilibrio. El nuevo PDU habilitaría construcciones de hasta 21 metros de altura, lo que equivale a edificios de siete niveles.
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Alterar esta normativa no solo degradaría el paisaje cultural–reconocido por la Unesco y protegido por la legislación peruana– sino que también impactaría negativamente en actividades económicas clave para la zona, como la agricultura y el turismo.
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La propuesta actual no considera, por ejemplo, que el suelo agrícola en Urubamba representa casi el 20% del territorio donde se cultiva el maíz blanco gigante del Cusco, un producto con denominación de origen. Desplazar estas tierras no solo significa la pérdida de un cultivo de alto valor, sino también una amenaza para la seguridad económica y cultural de las comunidades locales.
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Consideremos el contexto actual del turismo en el país. Durante el periodo enero-noviembre del 2024, el Perú recibió 3 millones de turistas internacionales, un 25.8% menos que los niveles registrados en el mismo periodo del 2019. Estas cifras evidencian una recuperación frágil y la necesidad de proteger nuestros destinos más emblemáticos.
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Es fundamental que los ministerios de Comercio Exterior y Turismo, Cultura, y Vivienda intervengan de manera urgente y coordinada. El Valle Sagrado no puede ser víctima de intereses que privilegian el presente sobre el futuro. La apuesta debe ser clara: desarrollo sí, pero desarrollo sostenible. Si la Municipalidad de Urubamba sigue adelante con esta profanación, quizá tendrá que buscarle un nuevo nombre al valle, porque dejará de ser sagrado.
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