Profesora de la Pacifico Business School
“Hechos grandiosos y legendarios, hazañas históricas y míticas fueron realizadas por heroínas de carne y hueso, y por féminas sobrenaturales: sus potentes diosas. Sin embargo, es una historia poco conocida e incluso desvirtuada”, así comienza el libro “Poder femenino, 5000 años de historia en el Perú” de la historiadora Maritza Villavicencio y la editora Anel Pancorvo. Cinco milenios donde las mujeres ocuparon papeles protagónicos en la economía, el poder político y la religión. No es por tanto nueva la capacidad de las mujeres de decidir y gestionar sobre los recursos y liderar personas y territorios.
Entre 1980, año en que se recuperó la democracia, hasta 2007, cuando se aprobó la Ley de Igualdad de Oportunidades, se aprobaron 120 leyes con enfoque de género en el Perú, según la publicación “La introducción del enfoque de género en la formulación de leyes nacionales y políticas públicas en el Perú” de 2008. Leyes como la 26644, que reguló descanso pre/post natal para las trabajadoras en 1996, la 27185 que declaró nulo el despido por embarazo o la 27201, que establece el reconocimiento del hijo extramatrimonial, ambas de 1999, son leyes con el demonizado “enfoque de género”.
Es especialmente curiosa la negación de dicho enfoque por el fujimorismo, cuyo gobierno, entre 1995 y 2000, apoyó la ruta pro-género al detectar el peso político y electoral de la población femenina, hasta el punto de que Fujimori fue el único hombre presidente que asistió a la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer de la ONU.
El proceso de “desenfoque” de género que estamos viviendo en esta segunda vuelta es un claro ejemplo de los vacuos programas de gobierno, que dejan el un limbo el avance de las peruanas. Obviar que las mujeres requieren la continuidad de las políticas públicas que corrigen las históricas brechas de ingreso económico, empleo formal, educación, salud y seguridad, es retroceder décadas de gobiernos de todo signo que entendieron que sin la intervención del estado la aguja de la desigualdad entre hombres y mujeres no se movería.
La ausencia de las políticas de género en el programa de Perú Libre, y el conservadurismo de la segunda generación Fujimori, son preocupantes y retrógrados. Sin duda, faltan cuadros técnicos, coherencia y valentía para continuar el trabajo emprendido, pero tengo la esperanza de que los jóvenes hagan valer su voz para que recuperemos el Poder femenino del antiguo Perú.