Experta en Reforma Normativa
En su libro “El ocaso de la democracia. La seducción del autoritarismo”, la periodista e historiadora Anne Applebaum alerta sobre el debilitamiento global de los sistemas democráticos en el mundo y ofrece una oportuna reflexión sobre la necesidad de hacer frente a propuestas que enarbolan el autoritarismo y las ideas extremistas de izquierda y derecha por el peligro que representan para mantener un sistema democrático.
Existe una división clara entre los que respetan y no respetan el Estado de derecho. Los últimos necesitan personas que desencadenen disturbios o promuevan golpes, pero también necesitan de personas que “sepan utilizar un sofisticado lenguaje jurídico, que sepan argumentar que violar la Constitución o distorsionar la ley es lo correcto”; es decir, que sepan manipularla, moldearla sin parámetros ni límites. Y necesitan también de personas que se presten a estas distorsiones y manipulaciones.
Las democracias en el mundo – y el Perú no es la excepción – viven su momento más aciago. Las recientes crisis económicas y sanitarias, así como las desigualdades y la falta de confianza en la capacidad de las autoridades para corregir estas deficiencias han generado un profundo malestar en la población. A pesar de que sistemas como el peruano de economía social de mercado han demostrado generar sociedades prósperas en las que se promueve la libertad y el bienestar de los pueblos, su aplicación ha tenido fallas que requieren ser revertidas.
El “problema” con la democracia y el sistema jurídico que tenemos es que los errores en su aplicación abren puertas peligrosas a que demagogos y políticos populistas alcancen el poder. Para Martin Wolf, comentarista económico jefe del Financial Times, la democracia y el populismo no son opuestos mutuamente excluyentes. La democracia produjo a Trump, Putin y al expresidente Castillo. La culpa no reside simplemente en el diseño de nuestro sistema económico y jurídico actual, sino en la forma en la que este ha sido usado por personas inescrupulosas a vista y paciencia de todos nosotros.
Cuesta mantener un sistema democrático y cada error, cada política mal planteada, cada norma mal formulada y cada decisión mal pensada generan un quiebre en el sistema. Por ello, quienes están en espacios de decisión están obligados a tomarse en serio el diseño de soluciones que sirvan al público, que busquen aminorar las enormes desigualdades que existen en nuestro país. Están también obligados a tomar estas decisiones de manera técnica y sustentada económica y jurídicamente, es decir, están obligados a respetar la Constitución. Ese es el camino.
Es probable que tomar decisiones sustentadas en derecho sea hoy impopular. Es altamente probable que decisiones técnicas y apegadas a la Constitución generen la ira de algunos, porque no están consiguiendo quebrar el orden democrático. Pero no se gobierna ni se regula quebrantando las reglas.
Dada la enorme cantidad de información falsa que se esparce aprovechando el uso de redes, hoy más que nunca es necesario espacios para informar y educar a la población. Mientras que en las redes sociales se exacerbe la cólera y se limite el intercambio de ideas, con mayor razón se deben generar espacios donde la conversación pública permita la creación de consensos. Y mientras tanto, es importante no claudicar en la defensa del sistema democrático.
Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor.