Miembro del Consejo Directivo del OEFA
El contexto actual demanda que todos concentremos nuestros esfuerzos en apoyar las medidas orientadas a atender la emergencia sanitaria y reactivar la economía, pero el trabajo necesario para lograr este difícil balance no debe invisibilizar otros importantes desafíos que debemos superar en los próximos diez años.
El gran desafío es, sin duda, la crisis climática, que se materializa como un riesgo para la economía y la sociedad. Por ello el Informe Global de Riesgos 2020 del Foro Económico Mundial considera al cambio climático como uno de los cinco principales riesgos globales. No obstante, enfrentar la crisis climática mientras se impulsa el crecimiento de nuestra economía tiene que ver con un sector cuyo aporte al país es poco conocido y cuyo potencial espera los incentivos adecuados para su despegue.
Desde hace 30 años escuchamos que el valor de las exportaciones forestales alcanza apenas el 1% del PBI, y aunque es cierto, el aporte del sector forestal a la economía va más allá de los ingresos generados por la poca madera que exportamos. En ese sentido, cabe señalar que los ecosistemas forestales suministran servicios ecosistémicos que tienen un estrecho vínculo con importantes actividades económicas, como la agricultura, la generación de energía hidroeléctrica, el turismo de naturaleza, y con los medios de vida de pueblos indígenas originarios en la Amazonía.
CONTRIBUCIÓN A LA ECONOMÍA
Pero el sector forestal tiene el potencial para contribuir también de manera más directa a la economía mediante la implementación de una industria forestal moderna y competitiva, como lo ha hecho Chile, donde se exportan más de $ 5,000 millones en productos forestales anualmente, solo con 2.4 millones de hectáreas de plantaciones forestales. En el Perú tenemos 10.5 millones de hectáreas de tierras disponibles para este fin, que se pueden poner en valor mediante la implementación de un programa público de incentivos que cofinancie la inversión inicial, estimule un modelo de negocio de valor compartido con las comunidades, y establezca un fondo de garantía para la inversión privada en tierras comunales con aptitud forestal en los andes.
Este programa podría impulsar la instalación de 2.5 millones de hectáreas de plantaciones forestales, y alcanzar al 2030 más de US$ 4,000 millones en exportaciones y crear 1.2 millones de nuevos empleos.
De otro lado, la riqueza del bosque amazónico ofrece la posibilidad de incrementar las exportaciones en el segmento de las maderas de alto valor comercial, que hoy apenas alcanzan los US$ 124 millones anuales. Para lograrlo, se debería lanzar pronto una segunda generación de concesiones forestales, con un modelo renovado que integre mejores estándares para la selección de los concesionarios, la participación de la inversión privada nacional e internacional, y la implementación de nuevas tecnologías, como el blockchain, para asegurar la trazabilidad y legalidad de la madera.
POTENCIAL DE LOS ECOSITEMAS
Asimismo, los ecosistemas forestales del Perú tienen un potencial enorme para desarrollar nuevos productos con aplicaciones en diferentes industrias, a partir de los bionegocios. En este sentido, el Estado debería facilitar y promover la participación del sector privado para ampliar y escalar experiencias exitosas, como la de una empresa peruana que ha diversificado su línea de productos mediante el lanzamiento de dos nuevas bebidas a base de dos super frutos amazónicos, como son el aguaje y el camu camu.
El sector forestal puede contribuir con la recuperación económica, la generación de nuevos empleos y la lucha contra el cambio climático.