Jaime Dupuy
Director ejecutivo de ComexPerú
El crecimiento económico genera empleo formal y reduce la pobreza. Este depende de un entorno político que dé confianza y seguridad, y fomente la inversión privada proveniente de empresas de todo tamaño, sea micro, pequeña, mediana o grande. Este año, nos encontramos ad portas de una oportunidad única para retomar la senda del crecimiento y construir un país más competitivo.
No se trata de adoptar posturas partidistas, sino de asumir el doble rol de empresario y ciudadano. Necesitamos un liderazgo político que tenga una visión clara de país y que vea en el sector privado al principal aliado para retomar el crecimiento, mientras que se aboca a la educación, la salud, la seguridad y la infraestructura como pilares para cerrar brechas sociales y garantizar un círculo virtuoso de crecimiento. Estas áreas no solo benefician al tejido empresarial, sino que generan bienestar para millones de peruanos.
Las asociaciones empresariales deben ser plataformas clave para generar propuestas técnicas y abogar por las reformas que nuestro país necesita. A través de los gremios, las empresas pueden unificar esfuerzos para fortalecer el Estado de derecho, reducir la informalidad y fomentar la competencia justa. Más allá de intereses particulares, el compromiso debe ser con un modelo de desarrollo que beneficie a toda la población y siente las bases de un Perú más competitivo.
Es cierto que asumir un rol más activo tiene riesgos. Pero el costo de no hacerlo es aún mayor. Cada decisión que dejamos en manos de otros, cada reforma que no impulsamos y cada momento en el que no exigimos mejores políticas nos alejan del país que queremos. Liderar con determinación no solo protege los intereses de nuestras empresas, sino que contribuye a un propósito mayor: un Perú con oportunidades reales para todos.Este 2025, marcado por su carácter preelectoral, representa una oportunidad clave para impulsar medidas que reactiven el crecimiento económico y refuercen la confianza en las instituciones.
Es probable que veamos un repunte de medidas populistas, lo que exige un Congreso responsable y un Ejecutivo firme en proteger el presupuesto y el marco fiscal frente a decisiones irresponsables. Los gremios empresariales tenemos un rol decisivo para alzar la voz y exigir un rumbo claro hacia el desarrollo y la lucha contra la corrupción.
La inversión privada, principal motor del desarrollo económico, requiere de condiciones favorables: reglas claras, estabilidad jurídica y un entorno que premie la innovación y el esfuerzo.
Esto es algo que todas las empresas necesitan, independientemente de su tamaño y del sector en el que operen. Ignorar esta relación es resignarnos a un futuro en el que los problemas estructurales del país seguirán limitando nuestro potencial.Es el momento de sentar las bases de un cambio significativo, asumiendo con decisión el rol que nos corresponde. No podemos darnos el lujo de ser espectadores.