Directora de negocio de Organon para Perú
Durante las últimas décadas se han acrecentado los esfuerzos por concientizar acerca de la inequidad de género en las sociedades de todo el mundo, principalmente en América Latina. Sin embargo, las iniciativas no han sido suficientes para acortar las brechas presentes hasta la actualidad, inclusive podríamos concluir que se han incrementado debido a la pandemia causado por la COVID-19.
Si bien las mujeres somos las más afectadas, también podemos hacer tangible el cambio, pues conocemos a profundidad las necesidades de la población femenina y desde nuestros puestos podemos trabajar para visibilizarlos. En Latinoamérica, el 26% de las posiciones de liderazgo están ocupadas por mujeres; mientras que en Perú el 22.9% participa en el directorio o junta directiva de las empresas.
Para nadie es un secreto que este es un proceso a largo plazo, que debe ser inclusivo y participativo, ya que necesita de la intervención de diferentes actores de la sociedad. Sin embargo, hay que capitalizar las oportunidades que tenemos aquellas mujeres que nos encontramos en puestos de liderazgo, para así lograr impulsar estrategias sostenibles y generar cambios positivos en la sociedad.
Uno de los principales retos está relacionado con la salud reproductiva: la prevención del embarazo adolescente. Hoy en día es considerado como un problema de salud pública y, además, se vio afectado por la pandemia: según cifras del Ministerio de Salud (Minsa), durante este periodo la cantidad de adolescentes embarazadas o madres aumentó en 12% aproximadamente.
Otro desafío es la reducción de la mortalidad materna causada por la hemorragia postparto (PPH), uno de los principales motivos de fallecimiento en madres, después de la COVID-19 y los trastornos hipertensivos.
Como directora de Organon en Perú, compañía recientemente lanzada en el país y primera en el mundo en estar enfocada en la salud de la mujer, tengo el firme compromiso de escuchar a las mujeres para atender sus necesidades sanitarias e identificar los puntos más urgentes a abordar, con el objetivo de apoyar en la solución de los problemas que afectan la salud femenina.
Desde mi designación, me he preguntado constantemente ¿Cómo podemos las mujeres lideres aportar desde nuestras posiciones a reducir las brechas de inequidad para lograr un país y mundo más igualitario e inclusivo? En primer lugar, estoy convencida que muchas van a coincidir conmigo: el camino no ha sido fácil, y nuestro liderazgo ha transmutado a tener uno con propósito y sentido común en todo lo que relaciona a la igualdad de género.
Hoy, tenemos la misión de no solo decir que es importante, nuestra tarea va más allá, como promover la adopción de esta cultura a través de iniciativas que estoy segura que transformarán vidas, establecerán igualdad de condiciones y crearán oportunidades para todos. Por ejemplo, mi propósito hoy en día es ayudar a que las mujeres y niñas del Perú tengan acceso a terapias, dispositivos y productos seguros, efectivos, sostenibles y que se adapten a la realidad, para que tomen las riendas de su cuerpo y decidan cuándo quieren ser madres.
Por otra parte, tengo el compromiso de contribuir con la educación de la población acerca de la importancia del control médico continuo, principalmente en las gestantes, a fin de prevenir complicaciones que pueden llegar a tener consecuencias fatales.
Finalmente, considero que es importante el trabajo articulado entre las autoridades, academia, sociedades médicas y demás actores que conforman el sistema de salud, para desarrollar estrategias que mejoren el acceso a la innovación y que generen aportes significativos a la sostenibilidad del sistema.
Si bien son acciones que pueden realizar tanto hombres como mujeres, aquellas que ocupamos cargos representativos tenemos la responsabilidad de liderar estas iniciativas y abrir el camino a las demás. Somos nosotras las que conocemos y entendemos sus necesidades y, si tenemos la oportunidad, debemos de contribuir con la solución.