Escribe: María Julia Sáenz, socia líder de Tax & Legal de KPMG Perú.
Recientemente he tenido la oportunidad de participar del Primer Encuentro de Mujeres en Derecho Tributario, organizado por la Facultad de Derecho de la Universidad del Pacífico. En mi vida profesional me ha tocado participar en muchos espacios profesionales con agendas enfocadas en temas de género. No soy muy amiga de separar los públicos y las materias porque considero que los asuntos de diversidad e inclusión deben ser parte de las agendas abiertas de todo profesional y justamente por tratarse en espacios diferentes, evangelizamos a los ya conversos.
Sin embargo, en las conversaciones de la semana pasada puedo destacar con mucha satisfacción el acierto de la Universidad del Pacífico de abrir un espacio de escucha y generosidad de parte de todas las generaciones de profesionales mujeres en el mundo de la tributación y de lo parecidas que han sido nuestras rutas de crecimiento. Seguramente una buena guía para las que inician su vida estudiantil.
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Un tema que estuvo muy presente fue aquél del equilibrio y balance, como sinónimos. Ambos son conceptos fundamentales para una vida plena y satisfactoria. Creo, sin embargo, que se utilizan indistintamente pese a que no son iguales. Ambos denontan estabilidad y armonía, con matices que los distinguen.
Equilibrio es la capacidad de mantener una distribución adecuada de diferentes elementos o fuerzas. Implica la capacidad de gestionar múltiples aspectos de nuestra existencia armoniosamente. Supone encontrar tiempo y energía para uno mismo, el trabajo, las relaciones personales y los hobbies. Supone evitar extremos, como trabajar excesivamente a expensas de las relaciones personales o descuidar la salud. Implica asignar tiempo y atención a diversas áreas para evitar el agotamiento o la falta de satisfacción en algún aspecto clave de la vida.
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En contraste, el balance se refiere más a la sensación subjetiva de sentirse centrado y en paz con uno mismo y con el entorno. Es más interno y emocional. Está relacionado con la capacidad de mantener la calma y la perspectiva incluso en medio de desafíos y tensiones externas. Implica gestionar las emociones y las reacciones de manera constructiva, permitiéndonos adaptarnos a las circunstancias cambiantes sin perder nuestra estabilidad interna. Permite enfrentar situaciones estresantes sin abrumarse por la ansiedad o la ira.
Mientras que el equilibrio se centra en la distribución y gestión externa de nuestras responsabilidades y actividades, el balance se refiere a nuestra capacidad interna para mantener la calma y la claridad emocional. Ambos son esenciales para una vida satisfactoria y exitosa y su presencia en óptimas condiciones necesita de un nivel elevado de consciencia que ayude a hacer ajustes constantes, evaluación y claridad de las prioridades y el establecimiento de límites.
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Creo que, para vivir en equilibrio y balance, no es necesario renunciar a las oportunidades de crecimiento profesional y humano. Es clave saber qué es una oportunidad para uno mismo y por qué es valiosa, para definir los límites necesarios con base en las aludidas prioridades. Un espacio de equilibrio y balance no es igual para todos. Cada uno encuentra su propio camino y aprende a defenderlo, desde la madurez y la autoconsciencia, que permiten una gestión externa de nuestras actividades y compromisos, así como el cultivo de una mentalidad interna equilibrada y serena. Ambos conceptos son complementarios y nos ayudan a vivir de manera más plena y consciente. A ser más felices, dirían algunos.
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