Gerente general de Fondos Sura
Hablar de inversiones sostenibles se está volviendo cada vez más frecuente en el mundo: por un lado, en el sector real cada vez más empresas adoptan prácticas y políticas sostenibles y por el otro, cada vez más inversionistas y gestores de activos adoptan criterios y filtros ESG al momento de construir sus portafolios.
En línea con lo anterior, considero prudente hacer un breve repaso de cómo empezó esta tendencia, cómo está hoy y finalmente hacia dónde podría ir en el futuro.
Si nos remontamos a los orígenes de la sostenibilidad, los primeros pasos formales se dieron en la década de los 80s cuando una comisión de la ONU se reunió para empezar a conversar y tomar acciones para frenar el acelerado deterioro ambiental, social y económico que se daba a nivel global.
Sin embargo, no fue hasta el 2004 cuando se empezaron a usar las siglas ESG. Once años más tarde, en el 2015, se firmó el Acuerdo de París para evitar un incremento mayor a 1.5 °C de temperatura en la tierra y desde ese entonces el interés por parte de inversionistas y comunidad en general se disparó exponencialmente.
Definitivamente, la pandemia producida por el COVID-19 puso en evidencia los retos que tenemos como sociedad en cuanto a desigualdad, llevándonos a revalorizar la importancia de cuidar el futuro.
En lenguaje de inversiones, ese mañana está representado por las siglas ESG, las cuales están teniendo efectos de gran transcendencia, tanto a nivel personal como en las economías de todo el mundo.
Para poner en perspectiva el crecimiento de esta tendencia, según Morningstar, en el 2020 entraron US$ 51.4 billones a instrumentos con filtros ESG. Este número representó un crecimiento de 10 veces en comparación a dos años antes (US$ 5 billones de entradas).
Hacia delante, queda poca duda de que el crecimiento de las inversiones ESG continuará a ritmos impresionantes. Muchas fuerzas apuntan a lo anterior: cada vez hay más data ESG disponible por parte de las empresas, más dinero dispuesto a invertir bajo estos parámetros y consumidores eligiendo cada vez más conscientemente aquellas empresas que se preocupan por lo social y ambiental.
En línea con lo anterior y como recientemente escribió una colega: “la sostenibilidad no es un discurso bonito para seguir vendiendo, sino la única forma de seguir existiendo”. Va quedando claro, entonces, que será cada vez más importante preguntar antes de invertir qué tanto y cómo se están considerando los factores ESG en dicha estrategia.