Economista
Pasadas las fiestas navideñas y los buenos deseos para el nuevo año, toca analizar objetivamente la coyuntura y prever qué nos podría deparar el 2023. Y si bien el futuro es siempre incierto, creo que esta vez la incertidumbre es bastante mayor que la de años anteriores.
Empecemos por el sector externo, del cual usualmente depende la mitad del crecimiento de la economía peruana. Por allí, las cosas no se ven muy bien. La economía estadounidense, el principal motor de la economía mundial, empieza el año bastante debilitada. La inflación sigue alta, por lo que se espera que las tasas de interés se mantengan en niveles elevados. Ello alimenta los temores de una recesión en el 2023 (que, de acuerdo con Bloomberg, tiene una probabilidad de ocurrencia del 70%). Por otro lado, la economía europea sigue débil por los altos precios de la energía y la consecuente inflación. Allí, las principales fuentes de incertidumbre son la crudeza del invierno (que si es muy duro incrementará aún más su demanda por energía) y los planes de Putin en Ucrania, que en el corto plazo pueden elevar aún más los ya altísimos precios de los combustibles. Por último, China. Allí el COVID no solo está reduciendo fuertemente las perspectivas de crecimiento económico, sino que dados los actuales niveles de contagio no es descabellado suponer que se estén desarrollando nuevas variantes que podrían causar estragos fuera de China. En resumen, no deberíamos esperar que la economía peruana reciba un gran impulso del resto del mundo.
¿Y qué hay de los factores internos? Bueno, la coyuntura económica en el Perú es bastante delicada. Si el expresidente Castillo fue exitoso en algo, fue en dilapidar las expectativas de crecimiento de nuestra economía. En efecto, desde su elección las expectativas empresariales se han mantenido en terreno negativo (el periodo más largo desde que el BCR empezó a registrarlas). El PBI, que crecía en alrededor de 4% anual durante el primer semestre del 2022, terminó el año creciendo por debajo de 2%. Así que este es el nivel con el que empezamos el 2023.
Si bien es probable que durante el año el crecimiento del PBI se acelere un poco (este Gobierno, aún con todas sus carencias, genera mucho más confianza que el de Castillo), dudo que el crecimiento anual sea mayor al alcanzado en el 2022 (probablemente por debajo del 3%). Me parece razonable esperar una tasa de alrededor de 2.5% para el 2023.
En mi opinión, dos son los principales factores podrían hacer que esta cifra sea menor. La primera, que la muñeca política del gobierno no alcance para calmar los ánimos de protesta que siguen vivos en algunas regiones. La otra, los resultados las encuestas presidenciales durante el año. Si quien las lidera nos permite avizorar otro gobierno tan inepto y corrupto como el de Castillo, estaríamos cambiado mocos por babas. Y eso es lo peor que le podría ocurrir al Perú.