La atención de esta parte del mundo está puesta en Venezuela, y todos los que creemos en la libertad, en la democracia, en las elecciones libres, el verdadero equilibrio de poderes, en la alternancia en el poder, en la libertad de expresión, y en la economía de libre mercado, rechazamos la dictadura comunista, la tiranía, el control total del poder, el fraude electoral, el uso y abuso de la fuerza pública contra la oposición, la persecución política, y el aislamiento al que ha sido sometido el pueblo venezolano.
Venezuela tiene un solo presidente constitucional al que todos debemos reconocer, que es Edmundo Gonzáles Urrutia; y una lideresa política que ha demostrado valor, perseverancia y entrega a la causa de la libertad, que es María Corina Machado. Ambos, junto a una enorme cantidad de venezolanos que nunca bajaron los brazos, merecen el reconocimiento y el apoyo real, efectivo y eficaz de todos los gobiernos democráticos de América Latina y del mundo libre, así como de todas las personas que quieren vivir en libertad, para que Venezuela viva sin la presencia y la influencia del dictador y toda la gavilla que lo sostiene.
Serán días difíciles para Venezuela que seguiremos todos con atención. Pero la vida continua en nuestro país y, salvando las distancias, nuestros días seguirán siendo también algo complicados, generando nuevos escenarios y no pocas interrogantes
El gobierno y la presidenta han dejado, por el momento, de tener toda la atención de la prensa. Esa atención se ha trasladado, por ahora, al Congreso de la República, cuyos permanentes desaguisados habían sido superados por los generados con mayor continuidad, intensidad e impacto, desde la Presidencia de la República y desde algunos ministerios, hasta que un asesinato, una acusación del presunto funcionamiento clandestino de una supuesta red de prostitución, y una serie de hechos confusos, por decir lo menos, llevó todos los reflectores a la Plaza Bolívar.
Desde ese momento, y hasta la fecha, esos reflectores no se han retirado todavía del Parlamento debido al pésimo manejo administrativo, legal y político que ha hecho el presidente del Congreso, que en lugar de tratar de ponerle fin a esta crisis de la manera más rápida y menos dañina, prefirió hacer más grande el escándalo con un innecesario e inoportuno viaje a la China, en momentos en que aquí los presuntos implicados, los acusadores, y todos los involucrados (congresistas y funcionarios del Congreso) echaban más leña al fuego y se lanzaban flechas encendidas.
“La presidenta Dina Boluarte debe estar sonriendo de satisfacción y alivio viendo desde su balcón todo lo que sucede en Plaza Bolívar”.
Y, por si fuera poco, la imagen de un Congreso del peor nivel se ha seguido alimentando con la denuncia a varios congresistas a quienes se acusa de asistir a celebraciones en otra región con dinero del Estado; y una muy seria, aunque no nueva, denuncia de violación contra otro congresista.
Y aquí es donde empiezan las interrogantes. A estas alturas uno se pregunta si no se están generando ya las condiciones para un cambio en la presidencia del Congreso. El propio líder de su partido (APP) le ha bajado el dedo señalando que él, si hubiera sido presidente del Congreso, no habría viajado porque ha sido como darle la espalda al país.
Una teoría generosa podría señalar que la caída de Eduardo Salhuana es absolutamente necesaria para tratar de hacer un control de daños de esta crisis congresal, y que su renuncia o censura no es más que un daño colateral de la crisis coyuntural.
Otra tesis podría plantear que con miras a lo que podría ser una eventual vacancia de la presidenta una vez que convoque a elecciones generales, esta crisis permite la excusa perfecta para la salida de Salhuana y la elección de alguien que podría asumir (interinamente) la Presidencia de la República hasta las elecciones.
Claro, el Congreso siempre nos puede sorprender cerrando filas a favor de su presidente actual y demostrándonos que su imagen y la opinión pública le importan un comino partido por la mitad.
La otra interrogante es, si a partir de estos complicados hechos en el Congreso, y de las acusaciones tan graves que involucran a cada vez más congresistas, el Parlamento va a tener la fuerza y la autoridad moral para plantear la vacancia de Dina Boluarte.
La presidenta debe estar sonriendo de satisfacción y alivio viendo desde su balcón todo lo que sucede en Plaza Bolívar. Porque mientras más bajo cae el Congreso, y es bastante bajo ya, más equilibradas están las cosas allá abajo. La única ventaja del Congreso es que de sus votos depende la suerte de Dina Boluarte.
Y la otra interrogante es, ¿Qué podemos esperar a partir de estos escándalos y enfrentamientos internos? Nos referimos al comportamiento que tendrán las bancadas. Han surgido graves acusaciones en el interior del Congreso contra APP por esta presunta red de prostitución; se ha acusado a Fuerza Popular y a APP de copar los puestos de todo tipo; se acusa a Somos Perú de ser una satélite de APP; entre otras cosas. ¿Cambiará la correlación de fuerzas en el Parlamento?, ¿este es un parteaguas preelectoral?, ¿ahora serán todos contra todos?
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