Socio fundador de Intelfin y docente de la U. Continental
1. Muchos líderes empresariales y políticos exitosos tienen en común el haber concentrado sus esfuerzos de manera sostenida en el tiempo en un conjunto relativamente pequeño de objetivos y tareas. En efecto, enfoque y persistencia son factores indispensables para un liderazgo efectivo: aquel que produce cambios que transforman y generan bienestar sostenido para las empresas, los consumidores y los electores.
2. La intuición económica detrás de esta observación proviene del concepto de escasez: los recursos son escasos, mientras que las necesidades –los usos que se le pueden dar a los recursos– son infinitas. La escasez lleva a que constantemente debamos optimizar y tengamos que escoger. No se puede hacer todo a la vez: un sí implica muchos no. Al respecto, Warren Buffet –un extraordinario inversionista y estratega– dijo: “la diferencia entre personas exitosas y muy exitosas es que las muy exitosas les dicen que ‘no’ a casi todo”, mientras que Steve Jobs declaró “Se debe elegir con precaución. Estoy tan orgulloso de las cosas que no hemos hecho como de las que sí hemos hecho. Innovar es decir que no a 1000 cosas.”
3. Saber decir “no” cuantas veces sea necesario es una cualidad fundamental de los líderes. Estos muchos “no” son los que abren la puerta para que el objetivo por el que se opte (el “sí”) tenga mayores posibilidades de ser alcanzado. Claramente, el éxito de las empresas o de los gobiernos pasa porque sus “sí” se concentren en lo importante, en aquello que traerá el cambio positivo y sostenido. Hay que saber priorizar, mirar hacia el mediano y largo plazo, sabiendo de dónde se parte.
4. Aterricemos estas ideas en el Perú a comienzos del 2025, un año preelectoral. Es probable que la economía se desacelere este año (el crecimiento se situaría entre 2.3% y 2.8% en ausencia de shocks externos), y que la inversión privada se vuelva a enfriar en el segundo semestre producto de la incertidumbre electoral y del ruido generado por la coyuntura política y la fragilidad institucional.
5. Sin duda, en un entorno incierto y enrarecido como el actual, las empresas deberán revisar continuamente sus planes, adaptándolos a los cambios que no fueron previstos. Habrá que identificar y aprovechar las oportunidades que surjan, a fin de gestionar los recursos de manera eficaz. La actitud de “wait and see” (espera y ve), que probablemente gane fuerza entre potenciales inversionistas a medida que avance el año, no necesariamente es consistente con optimizar el uso de capital. Al respecto, recordemos una de las máximas de Buffet: “Arriesga cuando los demás están asustados, y asústate cuando los demás son codiciosos.” Enfocarse en lo importante implica fortalecer las empresas, mejorando continuamente su gestión, sin perder de vista el mediano plazo, es decir, el norte.
6. Pasando de la gestión empresarial a la gubernamental, lo importante en materia económica será combatir la ralentización de la economía y reducir el creciente desequilibrio fiscal. Con respecto a lo primero, resulta indispensable fomentar la inversión privada, sin tapujos, ¡sin miedo a ser exitosos! Hay que destrabar los grandes proyectos, seleccionar unos cuantos –mineros, infraestructura, concesiones– que muevan la aguja en el corto plazo. En el caso de la industria extractiva, el Estado debe garantizar la seguridad y continuidad de las operaciones de las empresas formales existentes. Y, para todos los sectores, el Gobierno tiene la posibilidad de lanzar un programa agresivo de desregulación que destrabe la inversión y que mejore notablemente la competitividad y el clima de negocios en nuestro país.
7. Reducir el déficit fiscal resulta crucial, tal como viene señalando con insistencia el Consejo Fiscal. Retomar la regla fiscal resulta esencial para garantizar la estabilidad macroeconómica en el mediano plazo. La férrea disciplina fiscal es lo que nos ha diferenciado del resto de países; no debemos cesar en este esfuerzo. Hay que acotar el crecimiento del gasto corriente y focalizar la inversión pública, para que esta sea más eficaz. Reduzcamos el número de proyectos y pongamos más esfuerzos en concluir los ya iniciados, en lugar de comenzar muchos nuevos que probablemente no se concluyan o demoren mucho en hacerlo (con la consecuente reducción en la eficiencia de la inversión pública).
8. Claramente, los retos del sector público abarcan muchos más campos que el puramente económico, como la inseguridad ciudadana, la salud pública o el sistema de justicia. Sin duda, la reforma del Estado y el fortalecimiento institucional son tareas cruciales que han sido desatendidas en los últimos lustros. Al igual que en el campo económico, es necesario concentrar los esfuerzos en lo importante: en aquellas reformas que contribuyan a frenar la degradación institucional y a mejorar la calidad de vida de los peruanos.
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