Especialista en políticas públicas
“El mecanismo” es el nombre de la serie brasileña inspirada en el escándalo de corrupción de Petrobras, Odebrecht y el Partido de los Trabajadores. La serie muestra cómo una entidad pública (empresa petrolera estatal) concedía concesiones a precios inflados a una constructora privada, a cambio de dinero para los políticos, tanto para beneficio individual como para el partido.
Con el mecanismo descrito, se tiene a autoridades públicas tomando decisiones para beneficiarse a sí mismas o a su partido político, dejando atrás los intereses ciudadanos. Ello incluía pagar precios inflados por obras públicas necesarias y, peor aún, realizar obras no prioritarias, donde los recursos que se desviaban no solo eran el sobreprecio, sino todo el presupuesto asignado. Lamentablemente, este mecanismo también llegó a Perú.
Penosamente, tenemos otro mecanismo casi igual de pernicioso en el país. Se trata de universidades de baja calidad educativa que con pocas exigencias otorgan títulos, entre otros, a políticos y funcionarios de quienes luego obtendrían favores y protección para sus intereses. Complementa el mecanismo el ofrecimiento de cátedras a autoridades y líderes de opinión, para construir una relación financiera con ellos.
Más aún, algunas de estas universidades tienen a su lado un partido político que complementa el mecanismo: con las ganancias de la universidad tienen recursos para financiar campañas políticas de sus allegados, quienes desde el Congreso de la República pueden velar por los intereses de su universidad. Adicionalmente, la universidad levanta la figura de las autoridades y candidatos del partido –como conferencistas y hasta con estatuas en su honor–, reforzando así la eficacia del mecanismo.
Sobre el regalo de títulos, medios de información han resaltado que los estudiantes de una universidad habrían producido más de 80,000 tesis en 30 años, número elevadísimo si se ve en términos absolutos (7 tesis por día), y también si se compara con lo producido con otras universidades: PUCP aproximadamente 19,000 en 100 años y San Marcos aproximadamente 17,000 en 450 años. Están, además, los varios casos en discusión de tesis plagiadas o inexistentes. Una de estas fue la de Pedro Castillo, que según un programa periodístico tenía 26 páginas que eran copias enteras de otros autores y 54% de semejanza con otros textos según el software Turnitin.
Las universidades no licenciadas y aquellas que durante años tuvieron un bajísimo nivel educativo han estafado a los estudiantes y sus familias, y también al país y todos los peruanos. Con esos cartones, diversas personas accedieron a puestos para los cuales no estaban preparados –entre los que se incluyen maestros de escuela, funcionarios públicos y altas autoridades–, con lo cual les hemos confiado responsabilidades que no han podido ni podrán cumplir.
Los esfuerzos del Congreso de la República por debilitar la Sunedu y el proceso de licenciamiento son parte de la defensa del mecanismo. En salvaguarda de la institucionalidad y la educación, debemos parar el mecanismo.
Para comenzar, las universidades no licenciadas deben cerrar, culminado el plazo que el marco normativo les ha otorgado; ya hicieron bastante daño a sus estudiantes y al país, no debemos permitirles que hagan más. En el caso de las universidades licenciadas que no fueron exigentes en el pasado, deberían informar al país qué harán para que las personas que obtuvieron sus títulos realmente obtengan capacidades, y para que lo ocurrido no vuelva a pasar.
Adicionalmente, las universidades que tienen vínculo con determinado partido político deben cortar todo tipo de vinculación, lo cual autoridades electorales y educativas deben supervisar.
Valga la oportunidad para resaltar que las otras universidades, las licenciadas que genuinamente se preocupan por la calidad educativa, deben involucrarse más en el quehacer nacional. Ante la ausencia de partidos políticos democráticos, serios y con propuestas técnicas, estas universidades tienen un rol a jugar. Deben promover el debate alturado entre sus alumnos, así como pronunciarse públicamente sobre hechos determinantes de la realidad nacional.
Necesitamos universidades públicas y privadas de calidad, cuyos profesores hagan investigación de verdad y sus estudiantes hagan tesis de verdad. Exijámosles más a las universidades y apoyemos que Sunedu lo haga también. Las universidades deben ser espacios plurales y no brazos de determinado partido político. Deben ser actores del quehacer nacional. Paremos la compra de voluntades con títulos y cátedras. Paremos este otro mecanismo pernicioso que viene afectando nuestra institucionalidad.