Si bien la campaña electoral tiene una fecha formal de inicio, es muy probable que todos los que tienen interés en postular empiecen a mover sus fichas bastante antes, sea porque “a río revuelto ganancia de pescadores”, o porque las encuestas empiezan ya a dar nombres de punteros a los que hay que enfrentar, y a los que no se puede dejar escapar.
Hemos visto cómo el ex primer ministro Alberto Otárola ya se ofreció como contendor de Antauro Humala, sea como plan de fuga del Gobierno o como mensaje a los partidos que lo quieran reclutar, si es que hay alguno. Sus pasivos no son pocos y su alta desaprobación como primer ministro es bastante reciente, por lo que la promoción va a tener que redoblarse. Tiene un grupo de entusiastas “fans”, pero en la derecha, que no es su cantera de origen. Quizás en una plancha como ‘vice’ no le vaya mal.
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No se puede dejar de mencionar a Carlos Álvarez, que aunque diga que no, lo más probable es que sea candidato. Su discurso sintoniza con la fuerte demanda de seguridad para la población, pero va a tener que hacer un gran esfuerzo para hacerse popular más allá de Lima y de la costa, donde es bastante conocido.
La expepecista Marisol Pérez Tello se muestra con la exmorada Flor Pablo, y empiezan a buscar una posición en el escenario político, en un esfuerzo que no va a ser fácil para ellas porque ambas han dejado sus partidos, y ambas competirán en un ámbito no tan grande como es el de los “caviares”. Ahí hay varios candidatos para tan poco público, pero si arman una coalición, quizás puedan tratar de atraer al centro, que tampoco será tan numeroso en estas elecciones como en años anteriores.
Lo mismo le puede pasar a Carlos Añaños, un empresario que parece jugar a la incógnita y a la incertidumbre. Hace todo como candidato, pero no se decide a serlo. Recorre todo el país y se fotografía con todo el mundo, pero a nadie le asegura que tentará la presidencia. Se le conoce como un emprendedor exitoso, pero da muestras de confundir lo que es el centro con el progresismo. Un caso similar al de Julio Guzmán, que empezó muy bien como tecnócrata en el libre mercado, pero terminó muy mal como candidato del centro a la izquierda.
Habrá muchos otros candidatos y precandidatos, varios ya conocidos –Francisco Sagasti, Rafael Belaúnde, Fernando Cilloniz, Keiko Fujimori, Rafael López Aliaga, Yonhy Lescano o Mesias Guevara, ¿Pedro Castillo? y siguen nombres– algunos con aspiraciones y seguros de poder recoger los reclamos de la población, y otros que quieran “seducir” a la población con un discurso que les permita introducir sus ideas creyendo que ellos tienen la receta para manejar el Gobierno y arreglarlo todo.
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Pero lo cierto es que, casi como en todos los procesos, vemos a la derecha con muchos interesados en lanzarse solos, y buscando partidos, sean originales o de alquiler, sin intención de buscar alianzas o coaliciones, como si ellos solos bastaran para atraer siquiera la atención del electorado. Tremendo error.
La derecha tiene demasiada oferta y muy poca demanda. Hay muchos candidatos y no todos los electores de las franjas A y B terminan votando por los candidatos de ese sector. Por ejemplo, muchos jóvenes de los segmentos A y B han preferido ser “caviares” que de derecha, y el bolsón electoral juvenil no es poca cosa.
Por otra parte, las candidaturas de derecha tienen un discurso bien de derecha, es decir, basado en la defensa de la economía, pero no de la popular, sino de la que tiene relación con el modelo macroeconómico. Y en lo político son bastante tibios y poco arriesgados.
Son tiempos en los que la población busca algo radical –no irracional–, que le solucione sus problemas más angustiantes: la inseguridad y la economía doméstica.
Por ejemplo, ¿algún candidato o precandidato de derecha ha salido a hablar fuerte sobre el tema de los medicamentos genéricos?, solo Keiko Fujimori, lo que a algunos les ha gustado y a otros no. Los demás no han dicho nada.
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Ahí es donde gana la izquierda, porque es más fácil atacar a los de arriba que defienden sus intereses, hablan en difícil y casi no salen de Lima. Los de izquierda hablan fácil, atacan blancos “blancos” (y no es redundancia), son pasionales y buscan despertar el resentimiento que muchos llevan dentro. Y contra eso la derecha no tiene nada para contraatacar.
Quizás por eso Keiko Fujimori siempre candidatea y siempre llega a la segunda vuelta, porque trabaja sobre el recuerdo del fujimorismo exitoso y de un “chino” que llegaba a los sectores populares con aquello de la economía popular.
Si aparece un candidato de derecha, popular, con lenguaje fácil, con “calle” y esquina, con “mano dura”, que dé seguridad y capaz de enfrentar de igual a igual a Antauro y a los de izquierda, quizás la hagan. ¿Puede ser Álvarez, Keiko otra vez, Francisco Calisto?, está por verse.
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