Economista
En el Perú damos poca atención al mundo rural. Se nos ha dicho por años que es un lugar donde cada vez hay menos personas, donde todo es más complejo de implementar –más costoso, más complejo técnicamente, donde no hay buenos negocios y donde pasa poco. Eso un error.
Lo rural importa en el Perú, y mucho. En lo rural se juegan muchas de las actividades claves de nuestro país. Cinco ejemplos para mostrar la centralidad de lo rural para el desarrollo y la economía del Perú:
1) Producción diversificada de alimentos: Como se vio durante la cuarentena, en las grandes ciudades nunca faltó alimento. La agricultura familiar en el Perú es responsable de más de dos tercios de la producción de los alimentos que consumimos en las ciudades. Además de ello, las exportaciones agroalimentarias constituyen una fuente relevante de divisas y de generación de empleo.
2) Empleo: en el trimestre móvil abril-mayo-junio 2020 se reportan 4.5 millones de personas ocupadas en la agricultura, único sector que ha incrementado su nivel de empleo en tiempos de pandemia. Cierto que mucho de este empleo es empleo precario, familiar no remunerado o temporal. Pero el empleo agrícola, en su mayoría rural, es vital.
3) Población: Oficialmente, cerca del 20% de la población peruana es rural, pero funcionalmente, es decir tomando en cuenta a las personas con modo de vida rural o con medios de vida rurales, esta cifra prácticamente se duplica. Mucha población con actividades rurales vive en centros urbanos para tener acceso a servicios, pero siguen siendo rurales. En lo rural están, además, sobre representados los hogares con ascendencia indígena.
4) Industrias extractivas y producción de energía: Claves de nuestra economía como minas, extracción de hidrocarburos y producción de energía eléctrica están el ámbito rural.
5) Diversidad, cultural y ambiental: en el medio rural está buena parte de nuestra riqueza en biodiversidad y en diversidad cultural. Conocimientos ancestrales y recursos naturales clave para nosotros y para el planeta –bosques, diversidad natural, agua, entre otros- son recursos rurales que brindan servicios a todo el planeta.
Desgraciadamente, también en lo rural es donde está la mayor incidencia de la pobreza y la exclusión. Al 2019 el 41% de la población rural vivía en condiciones de pobreza y casi 10% en pobreza extrema. Lo que seguro empeorará luego de la pandemia. La cobertura de servicios públicos, si bien ha mejorado, sigue siendo menor que en las áreas urbanas: el 84% tiene electricidad (99% en zona urbana), 77% tiene agua potable (pero solo el 71% de ellos tienen abastecimiento los 7 días de la semana y apenas 3% del agua recibida es agua segura) y el 34% aún cocina con leña.
Varias de las actividades rurales enfrentan serios desafíos: formalizarse, reducir contaminación y emisiones de CO2, reducir la presencia de actividades ilícitas, proteger de manera efectiva recursos valiosos –agua, bosques, biodiversidad, etc.-, innovar, incrementar productividad, etc. Pero además está el desafío de hacerlo todo a la vez. Junto con estos enormes desafíos, sin embargo, también hay nuevas oportunidades, tecnologías, negocios y arreglos institucionales nacionales y globales que hacen que sea posible enfrentarlos.
El desarrollo rural que se requiere hoy exige una provisión segura y saludable de alimentos, sostenibilidad ambiental y más (y nuevas) oportunidades económicas (diversificadas) que garanticen la inclusión social. El desafío es enorme, pero posible. El primer paso es que reconozcamos, todos, que lo rural importa y que sin desarrollo rural, no habrá desarrollo para el Perú.