
Para mostrar que los tiempos oscuros existen desde los albores de la civilización, tenemos los mitos griegos, los cuales también se basan en otros más antiguos, de diversas culturas, y que nos presentan mensajes potentes que no pueden soslayarse.
Los hombres y los dioses estuvieron en luchas muy duras: los primeros, protegidos por el titán Prometeo, y los segundos, por el dios Zeus. En estas luchas, Zeus decidió castigar a los humanos regalándole, el día de su boda a Pandora –la primera mujer, que se casaba con el hermano de Prometeo–, una caja que contenía todos los males que podrían existir y que no debía abrirse bajo ninguna circunstancia, porque originaría desgracias. El resto de la historia es conocido.
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¿Qué tiene que ver todo esto con la situación fiscal? Pues mucho. Existen algunos dioses (o principios, en este caso) que no deben ser desafiados. Con estos nos referimos a la disciplina fiscal, la reconstrucción del espacio fiscal, un nivel de endeudamiento manejable y un bajo déficit fiscal. Todos estos principios están siendo desafiados por los políticos en la actualidad. No saben que están jugando con fuego. Las normas que vienen emitiendo, con el deseo de hacer populismo para las próximas elecciones y con el apoyo del Gobierno, serán pagadas por las siguientes generaciones y por nosotros mismos en algunos años si la situación continúa como la venimos sufriendo.
Esto está relacionado con el mito de la Caja de Pandora, porque cada medida con impacto fiscal abre esa caja. El último anuncio sobre un próximo retiro de fondos de las AFP será un golpe duro, porque, dada la actual ley, se asegura una pensión mínima por parte de los sistemas público y privado. Si el fondo del sistema privado cae aún más, el esfuerzo fiscal de los próximos años será considerable.
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¿Qué otros males nos pueden afectar? Que no recuperemos las reglas fiscales (déficit por debajo del 1 % del PBI y stock total de deuda sobre el PBI inferior al 30 %). Estimaciones realizadas por nosotros indican que, dado el impacto de las medidas de los últimos años, hacia 2030 no se volverá a los niveles prometidos. Esto puede desatar todos los males fiscales.
De seguir este escenario, un peligro es perder el grado de inversión, lo que incrementará el costo del financiamiento y podría tener un efecto en los fondos de pensiones, porque estos solo pueden invertir en activos con grado de inversión. Actualmente, cerca del 10% de su portafolio está invertido en dichos papeles. Si perdemos el grado de inversión, el precio de estos bonos bajará y tendrán que deshacerse de ellos, lo que afectará las pensiones en el futuro. Este es otro de los males de la Caja de Pandora.
Otro tema importante es la pérdida de credibilidad. Los mercados nos reconocen como una economía que maneja sus agregados macroeconómicos de manera responsable, pero esa opinión ha ido cambiando con el tiempo. Hoy ya no nos ven de esa manera desde la perspectiva fiscal, lo cual repercute en la confianza y el apetito que pueden tener inversionistas foráneos y nacionales que estaban pensando en invertir en el Perú. Esto podría afectar el crecimiento de largo plazo, porque con poca inversión no vamos a crecer de manera significativa.
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La experiencia –y el sentido común– nos indica que absolutamente nadie puede vivir gastando más de lo que ingresa para siempre. En el caso de los Estados, ese tipo de comportamiento lleva a lo que se denomina “ajuste fiscal”, que implica varias medidas muy dolorosas para los países que deben adoptarlo y para las personas que viven en ellos. Si el desequilibrio continúa, se pueden tomar varios caminos: aumentar impuestos es uno de ellos. Para pagar la deuda, debe generarse superávits; de allí el incremento de impuestos. El otro camino es el recorte de gastos, que puede tomar la forma de despidos en el sector público o de reducción de la inversión pública, que tanta falta nos hace. Lo que seguirá será un ambiente de mayor conflictividad en medio de una ola de inseguridad ciudadana. Con este panorama, tenemos más claro lo que implica abrir la Caja de Pandora.
Por ello, es necesario plantear estos y otros temas relevantes en la discusión de las próximas elecciones, para que los partidos políticos tomen conciencia de los peligros que tendrán que afrontar si no corrigen la situación actual. Desde la academia, tenemos que hacer pedagogía con la población y los políticos para que queden claros los costos de perder la fortaleza fiscal.
Si recordamos el mito de la Caja de Pandora, luego de que todos los males salieron de la caja cuando esta fue abierta, lo que quedó dentro de ella fue la esperanza. Desde la academia, pretendemos reflejar que la esperanza existe aún para el país. Todavía podemos estar a tiempo, pero hay que tomar decisiones drásticas tanto a corto como a largo plazo. Nuestro futuro está en juego.

Profesor de la Universidad del Pacífico.








